Está lloviendo. Es medio día y hace frío, aunque estamos en mayo. Poca gente por la calle, y los pocos, apresuran el paso. Pero hay quien está de guardia, aguantando la intemperie. Son los indigentes. Los pobres que decimos. A lo peor no han desayunado, no cenaron anoche, o no tienen unos euros para ir al "super". Una limosna "por el amor de Dios", decían antes. Ahora utilizan un cartón pidiendo "una ayuda". ¿Por ser menos humillante? Desapareció ya aquella "sopa boba" para los menesterosos que daban los conventos, pero, aún, en pleno siglo XXI, muchos viven poco acorde con su dignidad de persona, tras tener que pedir en la calle, con telarañas en el estómago.

El día estaba desapacible, por lo que el transeúnte se apresuraba para llegar a casa, cambiarse de ropa y seguir su vida bajo techo y buena mesa, cuando algunos resistían bajo el frío y la lluvia con la mano tendida. En la puerta de una iglesia, en la calle, al tiempo que otros buscaban algo para subsistir; desde mujeres ancianas hasta chicas muy jóvenes, más algunos que ayer tenían un trabajo honrado, y ahora su puesto estaba en una escalera, en un rincón o, quizás, en un puente, de noche. Es insultante la vergüenza de la sociedad incapaz de evitar la fea indignidad de estas miserias, pues, según Balzac , la pobreza y un rostro feo no se pueden ocultar, y mal abriga al hombre la costumbre de no tener abrigo, escribió Quevedo .

Me llamó la atención, esa mañana, un hombre que tenía delante un pequeño cazo lleno de agua, de la lluvia, con tres monedas en el fondo. Me sobrecogió, por lo que debía ayudarle sin excusas, aunque el frío, poniéndome alas para ir deprisa, casi me impedía sujetar el paraguas y abrir el monedero.

Le dí mi limosna al que apenas se podía cobijar bajo su viejo paraguas, y detuve el paso, pensando que había demasiados pobres, a la vez que otros nadaban en la abundancia; como el que, en 24 horas, reunía 2,5 millones de euros, para no entrar en la cárcel. Mientras unos piden unas monedas para una libra de pan, otros habitan mansiones, ignorando a millones hundidos en la crisis; cuando a unos les punza una gran penuria, otros se sacian con suculentas cifras bajo sombras de impunidad. ¿Una sociedad bifronte? Sí. Es la cruda realidad. Cáritas, Cruz Roja, oenegés... lo saben bien. Y el parado. Y la casa donde no entra un euro. ¿Demagogia? Es la postura de la hipocresía...