Vuelvo a recurrir a Shakespeare en su Hamlet y a la primera frase de su soliloquio: «Ser o no ser, ésa es la cuestión» o lo que es lo mismo, el paradigma entre voluntad y realidad, y por lo anunciado, la realidad es que va a ser que no, pues la reforma educativa anunciada por Celaá, la LOMLOE, nace con la única pretensión de borrar la anterior, a corto plazo, y no a largo, solucionar los problemas reales que tiene nuestro sistema educativo y que tenemos tanto alumnos como docentes. Además, sólo se nos retrotrae en el tiempo a la LOE más logsiana.

Ciertamente, el «ser o no ser» de cualquier Ley Educativa es su resistencia al tiempo, su aplicación en el aula y aprovechamiento en el alumno y para eso sólo hay una solución, escuchar a los docentes.

Si alguien escuchara o escuchase, lo primero que oiría sería el desproporcionado currículo que los docentes están obligados a impartir, y en muchos casos la desincronización madurativa del alumno. No se puede en primer curso de primaria pretender que todos los niños de 6 años asimilen e interioricen el concepto de la multiplicación.

Lo segundo que escucharía sería cómo nuestros docentes tardan, y desgastan, en justificar por escrito, programaciones, actividades, resultados, evaluaciones, salidas, entradas, entrevistas a padres, madres y demás burocracia, más que en impartir clases.

Lo tercero, la falta de prestigio y valoración social de la profesión, directamente proporcional a la convivencia escolar, y no sólo dentro del aula, también para con las familias, y no es una cuestión de falta de preparación, pues no sólo hay que buscar los mejores expedientes o realizar más prácticas, es en paralelo una cuestión de reconocimiento salarial y de autoridad docente en el ejercicio de sus funciones. Algunos alumnos con profesores sin esas tan brillantes notas en sus expedientes y sin esas prácticas han llegado a ministros y ministras, no digamos a vicepresidentes y vicepresidentas, pero entonces un maestro era «el maestro», ahora «el maestro», es solo un maestro.

En cuarto lugar estaría precisamente los vaivenes legislativos según caprichos políticos y si no que se lo digan a nuestros opositores de este año que temen tengan que cambiar sus programaciones y unidades si entrase en vigor la LOMLOE.

Por último (y por falta de espacio) la temporalidad y precariedad de nuestros docentes interinos agravada tras el globo sonda de Celaá de prácticas preoposiciones y postoposiciones sin aclarar y sin negociar.

«Ser o no ser» estimada Celaá, y así se estará, pero ni es, ni se espera que sea.

*Maestro.