WEwl alcalde de Badajoz, Miguel Celdrán , ha expresado, con su vehemencia característica, la oposición del ayuntamiento a ayudar al Club Deportivo Badajoz mientras pesen sobre él órdenes de embargo. El consistorio ha socorrido al club con 240.000 euros en los últimos dos años y, según Celdrán, no va a hacerlo más. Lleva razón el alcalde. La mayoría de los clubes de fútbol son sociedades anónimas --también el Badajoz-- y son sus consejos de administración los que tienen que responder de su economía. Los ayuntamientos, como cualquier institución y en razón del enraizamiento social de las entidades deportivas, tendrán la obligación moral de hacer gestiones para buscarle apoyos, poner a su disposición instalaciones... Incluso establecer algún modo de patrocinio como cualquier otra empresa o pagarles si hacen una labor ciudadana como mantener escuelas para niños. Pero de ahí a convertirse en tabla de salvación media un abismo. ¿Qué pasaría con el resto de empresas en dificultades de la ciudad? ¿Exigirían al ayuntamiento que enjugara sus deudas? Los clubes extremeños son menesterosos. Y reclaman, con razón, una coherente política de colaboración con las institucionales. Pero no se puede permitir que se conviertan en las paganas.