Escritor

La Caja Rural de Almendralejo cumple 100 años, nada menos, y lo celebra con una magna exposición en el MEIAC dándonos a conocer a dónde fueron una parte de sus ahorros: al arte de la mejor camada. Esto da idea de lo bien conducida que ha estado esta caja rural, casi desconocida, pero que hoy, como un submarino luminoso, emerge en una época donde los Botines deslumbran a los catetos. Esta caja indica, además, algo que sabíamos desde nuestra niñez, que Almendralejo no era una ciudad cualquiera, sino algo que, como sociedad, se sale de la media extremeña, que como decía el reportaje que se le hacía en este diario, son "Cien años de cuentas sin cuentos", que indica a las claras una trayectoria que en el año 2001 los depósitos de los clientes ascendían a 28.768 millones de pesetas. ¿Cómo se consigue esto? Yo creo que esto dice bien de los talentos y los talantes que han asenderado esta caja rural desde sus inicios, y ahí está su presidente, que además de no cobrar, es profesor de matemáticas en un instituto. ¿Hay quien dé más? Indiscutiblemente a uno le hubiera gustado tener un profesor así desde sus inicios. Un director que para saber cómo va el barco, llama por teléfono en los recreos.

Y como todo queda en este singular pueblo, el director general tenía que ser del mismo, no como otros entes financieros, que este además lleva el apellido de una gran familia conocida en todos los confines de ese pueblo ya tan grande. Se trata de Fernando Palacios, curtido en otras entidades, pero finalmente llevando el timón de esa gran entidad, aunque Del Alamo le diga por dónde hay que torcer. Pienso que ambos sabrán torcer y con una sola mano. Me parece conmovedora esta noticia, para que no nos digan que sólo las opas elefantíasicas tienen futuro en el terreno financiero. Y para muestra este botón.

Larga vida para la Caja Rural de Almendralejo, el mejor espejo donde hoy nos podemos mirar los extremeños.