TLtos escoltas del ciudadano Manuel Pizarro observaron un coche que les seguía y lo fotografiaron. Con lo que está cayendo tras la ruptura de la tregua de ETA, está el patio como para fiarse. Pues bien, los ocupantes del coche, como si fueran Mortadelo y Filemón, se identificaron ante los escoltas como miembros del Centro Nacional (mal llamado) de Inteligencia. Como todo el mundo sabe, lo que hacen los espías cuando les pillan es identificarse (¡¡¡!!!).

No hace mucho, los mismos escoltas sorprendieron a otros dos tipos que seguían a su cliente, y, esta vez, eran dos miembros de la Guardia Civil. El director general dijo que los agentes habían actuado fuera de las horas de servicio. O sea, que los agentes de la Guardia Civil, y los mortadelos y filemones del Centro Nacional (mal llamado) de Inteligencia, cuando salen de trabajar, se deben preguntar qué hacer en su tiempo libre, y, por lo que está comprobado, el deporte nacional de agentes y espías consiste en seguir los pasos de Manuel Pizarro. O bien Manuel Pizarro es un peligroso ciudadano relacionado con el narcotráfico, la trata de blancas, la venta de armas, el lavado del dinero y la pederastia o bien se está cometiendo un atropello que ofende a la inteligencia, esta vez bien denominada. Y que con la amenaza de ETA pendiente de las cabezas de todos los españoles, amén del desarrollo espeluznante del terrorismo islamista, el dinero que pagamos en impuestos se dedique, no a nuestra protección, sino a espiar a ciudadanos particulares, resulta estremecedor.

Este despilfarro, este atentado a la libertad, me parece un desmán y un gravísimo ultraje, y quien lo haya ordenado es un auténtico gilipollas, sea o no el director del Centro Nacional (mal llamado) de Inteligencia. Y pienso corroborarme ante el juez, si el gilipollas, o sea, el ordenante, presenta la correspondiente demanda.

*Periodista