WVwer los cerezos en flor en el valle del Jerte es un espectáculo impresionante. Y atraídos por este aliciente exclusivo en nuestro país, miles de personas salieron de sus casas --de Extremadura y de fuera-- el pasado fin de semana. No todas disfrutaron del plan que tenían previsto. No fueron los cerezos, que cumplieron y mostraron el espectáculo irrepetible de la floración, sino las infraestructuras las que se volvieron espinas para los visitantes. El norte extremeño tiene belleza ilimitada, pero sus carreteras no permiten que las disfruten todos los que tienen ilusión por contemplarla.

Caravanas interminables, atascos, imposibilidad para acoger a todos los visitantes...fueron también elementos del paisaje --elementos indeseables-- que encontraron los forasteros. Por esta razón, más que nunca estos días están justificadas las reiteradas reivindicaciones de colectivos como el Movimiento Social Placentino, que es una voz que clama para que mejoren las carreteras y el norte de la región sea más accesible. Lo ocurrido el pasado fin de semana en el Jerte debe servir para reflexionar de que no basta con que florezcan los cerezos para hacer de esta fiesta un atractivo turístico. Hay que poner las condiciones para que disfrutar de ello no sea ni una odisea ni se convierta en una pesadilla.