TSte celebra hoy el día del cerezo en flor, que es tanto como decir que en el Valle del Jerte el paisanaje celebra el paisaje. Este acontecimiento anual de los cerezos en flor llena la vida de los lugareños y saca a la umbría y la solana de la escarcha invernal. Aquí es difícil entender la vida sin la floración: con el tallo viene la esperanza; con la hoja, el fruto; con la luminosidad, el brillo; con la fragancia, el sentir; con la savia, la vida.

En unos días la flor insistirá en el principio del eterno retorno, del tiempo como sucesión, dirección, compás, sino, y en una ceremonia cíclica, emergerá, nadie sabe de dónde, y llenará la sierra, la ladera y el río con una nevada de hojas blancas. Sale el valle del letargo del invierno entretenido en menesteres menores y vive y vibra y se hace armonía sensitiva; comienza a alborotarse la sangre del búho y el arrendajo, crece la transparencia de las aguas en las gargantas y la vida estalla en los brotes y las ramas. Seguirá la inquietud de los lugareños vigilando los botones y los retoños, cuidando con mimo la flor, para que el aire y la helada no se excedan; velando, con la mirada y el silencio, el fruto.

Ese milagro anual de los cerezos en flor es un paisaje obligatorio en primavera y un bálsamo refrescante para tiempos convulsos.

*Filólogo