Dramaturgo

La herencia de algunos es chapapote, negrura y niebla existencial. Fraga hablaba, no se sabe bien de qué, pero falaba unos truenos en los que decía que alguien está esperando otro Prestige (accidente, según él, que sirvió para comprobar la eficacia de su administración y de la administración de Aznar) para ganar unas elecciones. Fraga se olvida del efecto retardado del Prestige y que no hace falta otro para que sus eficaces administraciones sigan ganado elecciones, con uno basta. Tampoco debe olvidarse del Prestige que nos dejó varado en la playa de Palomares y que cuarenta años después sigue vaciando su chapapote radioactivo haciendo que esa playa sea la de mayor radioactividad de Europa.

La herencia de algunos es chapapote y basura, y falta de interés, como la de la administración del Ayuntamiento de Badajoz, que no sabemos a qué espera para mandar la gravera ilegal del Guadiana a hacer puñetas (con papeles al fiscal no se limpia un río, señores, y las energías para cerrar unas pistas de tenis que no contaminan, hay que usarla para causas más importantes).

Fraga fala truenos y centellas y me recuerda a John Wayne doblado al galego cuando le dice al malo: ¡Voite a dar de purradas! Nos quiere dar de purradas a los que pensamos que aún queda mucho chapapote en las playas gallegas y en su biografía. Un chapapote untoso y maloliente que habla de amaneceres con olor a sangre (Al alba, al alba don Manuel) y baños con bañador inverosímil en una playa olvidada pero radioactiva. Un chapapote que se mete en las ideas y selecciona de forma incomprensible las prioridades, como las graveras intocables o las administraciones ejemplares.