Esta semana el presidente Rajoy ofrecía a todos los grupos políticos un pacto por la Educación. En todos los foros donde he tenido la oportunidad de participar he defendido la necesidad de mostrar altura de miras ante asuntos de Estado en los que es necesario aparcar partidismos, y la Educación lo merece.

En Extremadura fuimos capaces de ponernos de acuerdo en nuestra Ley de Educación y, por ello, fuimos vistos con orgullo por muchos ciudadanos que valoraron la capacidad de aparcar las diferencias y centrarnos en los puntos de unión, que son muchos.

Sin embargo, cuando la estrategia electoral entra en escena, no todos los políticos son capaces de mostrar ese sentido que muchos dicen tener pero que pocos son los que lo ponen en práctica; mas si se pretenden ocultar determinadas deficiencias a base de culpar a un tercero.

Esta semana la Consejería de Educación se declaraba en rebeldía y anunciaba que no cumplirá la Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa (Lomce). Adiós, consenso, adiós. Tal irresponsabilidad la sufren los alumnos y sus padres. La sufren las familias.

La sufren también los centros educativos cuando reciben un borrador de decreto --sí, un borrador-- para que vayan planificando el curso, dando por sentado que va a pasar todos los filtros y que el consejo escolar no va a aportar nada. La imposición de un currículo educativo mediante un borrador es una chapuza más de la Junta. Sin control. Sin cumplir trámites jurídicos. Ni administrativos. A sabiendas. Con premeditación electoral.

¡Cuánto ha cambiado la escena en Extremadura! Muchos se preguntan por determinados altavoces ahora silenciados. ¿Acaso esta causa no merece una respuesta? ¿Qué hubiera pasado en esta comunidad si el Gobierno del presidente Monago hubiera impuesto sin cumplir ningún tipo de trámite el currículo que afecta a nuestros alumnos?

La Junta vuelve a olvidar que negociar no es una opción, es una obligación. Que cumplir la ley no es una opción, es una obligación. Que dar explicaciones en el Parlamento no es una opción, es una obligación. Y que cuando optas por la irresponsabilidad estás obligado a dimitir. Porque utilizar una insumisión como arma electoral también es otra forma de corromper las instituciones.