Hoy acaba definitivamente el tercer mandato del Gobierno para el dirigente Hugo Chávez Frías y, según marca la Constitución, el teniente coronel elegido presidente por cuarta vez el pasado mes de octubre debería jurar el cargo. Sin embargo, el guión se desarrollará esta vez de manera muy distinta.

Chávez sigue hospitalizado en Cuba tras su cuarta intervención quirúrgica, el 11 de diciembre, y no está en condiciones de volver a Caracas. El vicepresidente, Nicolás Maduro, y el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello , las dos máximas autoridades del chavismo tras Chávez, han hecho de la capa constitucional su sayo para dar por bueno el inicio del nuevo periodo constitucional sin el presidente ni la ceremonia que legitima la toma de posesión del cargo, con el visto bueno del Ejército y del Tribunal Supremo, que ayer bendijo la maniobra porque "no existe interrupción el ejercicio del cargo". La legitimidad la han buscado en el llamamiento a los venezolanos para que salgan a la calle de forma masiva en apoyo al mandatario enfermo.

Venezuela ha vivido desde 1999 bajo el mando populista del comandante en un sistema democrático cuestionable, construido a base de leyes a su medida para seguir en el poder y desarrollar su revolución bolivariana. La solución dada a su ausencia abre ahora una crisis institucional y política. Incluso la Iglesia católica considera moralmente inaceptable el enjuague constitucional sobre la toma de posesión. Su postura es casi más dura que la de la oposición que, además de su debilidad intrínseca, debe hacer equilibrios para que no se interprete que está atacando a un hombre enfermo.

La situación que vivirá hoy el país de Venezuela es la culminación de un sistema personalista de gobierno que, en consecuencia, plantea interrogantes sobre su sucesión. Desde la primera intervención quirúrgica de Chávez hace cuatro años, el presidente ha estado en varias ocasiones, además de enfermo o en fase de recuperación, ausente del país sin que se pusiera en marcha un mecanismo para su relevo temporal como recoge la propia Constitución, la buena gobernanza y, por supuesto, el sentido común más básico. Venezuela tiene serios problemas económicos que requieren la toma urgente de medidas, pero la ausencia de Chávez las retrasa. A la crisis económica se suma ahora una crisis institucional.