Tenemos miedo, los paras son peligrosos y siguen ahí; dicen que ya acabaron con ellos, pero no". José (nombre ficticio), líder indígena, lo relata con voz pausada, sereno, y disfrutando del pulmón de Madrid que es el Retiro. "Tengo en mi familia y amigos casi tantos muertos como vivos". Lo cuenta Juan , afromericano, desplazado. "Entran los paramilitares que todo lo arrasan y nos quitan la tierra", y se las dan a "los terratenientes y las grandes empresas". Javier , disidente exiliado, asiente. "Se reprime a los defensores de los derechos humanos, a miembros de la Iglesia, a los campesinos, a los sindicalistas, y se amedrenta a la población".

Colombia. Y son décadas así. Más de 40.000 crímenes de lesa humanidad; más de 20.000 personas torturadas y en fosas comunes; 8.000 casos de desapariciones forzadas; tres millones de desplazados en el último decenio y miles de secuestros.

Y Chávez enzarzado con Uribe (presidente colombiano) por la negociación con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Y ¿quién va a negociar que los paras dejen ya de cometer atrocidades?, ¿y por qué no se callan las armas de los hombres con uniforme que se supone, y es un suponer, defienden a la población?, ¿y cuándo se podrá honrar públicamente a las víctimas de la violencia y de los crímenes de Estado y podrán dejar de pasearse por Europa contándonos su drama para que seamos guardianes de su dolorosa cotidianeidad y el olvido no se zampe la verdad?, ¿y cuándo seremos conscientes de que un presidente, por ir con traje y gastar buenos modales, no es mejor que otro que grite si eso oculta una realidad de injusticia y violación de derechos humanos.

Y Chávez recordando los quinientos años. Pero dejemos de irnos tan lejos, que no hace falta, y que corremos el riesgo de que salgan algunos (ya se ha dado el caso) yéndose más atrás en el tiempo todavía con la movida de recuperar Al-Andalus o de imitar a los Reyes Cátolicos; mejor no menealla (pero conocer la historia, sí, para no repetir los errores), y menear, eso sí, lo que nos pilla cerquita, el siglo XX y lo que llevamos del XXI, que tienen tela pa cortar.