Cheriegate , como ya se conoce el caso en que aparece implicada la esposa de Tony Blair, no es Watergate , por mucho que la prensa popular británica ponga todo su empeño en intentar que lo sea. A Cherie Blair, que aceptó la ayuda del novio de su asesora de imagen, que luego resultó ser un estafador, en la compra de dos apartamentos, se la puede acusar de no saber elegir bien a sus amistades. Seguramente se equivocó al no facilitar toda la información a los responsables de prensa de Downing Street. Pero nada de esto es delito. Sin duda, Cherie Blair no saldrá de este tropiezo con su mejor imagen, pero es Peter Foster, estafador convicto y cínico sin escrúpulos, quien aparece como lo que realmente es. Lo verdaderamente preocupante de este caso forzado es comprobar cómo, con tan poco contenido, la prensa sensacionalista, y en particular el Daily Mail, que ha llevado la voz cantante, ha montado una operación de acoso a Tony Blair. La mayoría absoluta laborista, junto a la inexistencia de una oposición, ha eliminado el debate político en Gran Bretaña. De ahí que ese tipo de prensa intente llenar el vacío, pero para hacer oposición hace falta algo más que lanzar supuesta carnaza a la plaza pública.