TItndependientemente de lo que diga la justicia Ana García Obregón , se ha metido en un buen lío. Porque una cosa es intentar desprestigiar a un exnovio ante millones de espectadores, y otra muy distinta, frivolizar con un tema que es uno de los mayores problemas que tienen planteados las sociedades modernas.

Pedir a su guardaespaldas --cómo presuntamente hizo la famosa actriz, según lo publicado en la revista Interviú--, que un grupo de matones --"Los Miami"--, le dieran un escarmiento a Jaime Cantizano , no es cosa de broma. Es algo muy serio, por más que ella y la gente de su entorno, quieran quitar hierro al asunto, asegurando que estas son cosas que se dicen en un momento de calentón pero nunca con la intención de que se lleven a cabo.

Espero que así sea, ya que no puedo creer que Ana, pensara seriamente en hacerle daño al presentador de Antena 3, por más que en el programa que este presentaba, se hicieran bromas sobre Alexandro , el hijo de la actriz y del conde Lecquio . Bromas que no comparto en ningún caso porque se trata de un menor de edad, y eso es algo que debería prevalecer y respetarse, sin necesidad de que los padres lo pidan.

Dicho esto, lo más grave, es que conversaciones de este tipo se puedan mantener, así sin más, con un individuo que por lo que hemos sabido después, igual le daba un mamporro a un paparazzi, que buscaba a unos matones para que mandasen a mejor vida al marido de una abogada, y a petición de esta. Pero lo que más perpleja me deja, es que la mayoría de las personas con las que he hablado sobre este tema, digan sin sonrojarse y con la mayor naturalidad del mundo, que esas son cosas que se piensan, pero que nunca se dicen en voz alta.

A estas alturas de la película pocas cosas me escandalizan, sí que se pueda jugar de esta manera con la vida de alguien, porque de ser así, nos estaríamos convirtiendo en individuos despojados de toda moral y valores. Capaces de asumir, como si de un espectáculo más se tratase, que alguien amenace a otro, y no ocurra nada.