Historiador

Cuando se escucha a un político hacer referencia a los ciclos, ya sea para apuntar que comienza uno nuevo, ya sea para inquirir que se finiquite, me pregunto si está determinada su duración, si es cambiante o, por el contrario, obedece a modelos, cuáles son las señales, o, a modo de ejemplo, ¿son iguales los ciclos para Fraga, Roca, Barrero, Ibarra, Aznar, Pujol? A mi juicio, utilizamos los conceptos con extraordinaria ligereza o, en virtud de no raros funambulismos políticos, tratamos de amarrar la argumentación a intereses más vinculados a los previsibles réditos electorales o a las afinidades internas que a la razón o a la necesaria exculpación. Todo ello determina el hecho de que la vida pública es rica y cambiante, pero no se puede medir bajo parámetros de juventud o senectud.

Así pues, la vitalidad la configura el amplio elenco de ideas que sean capaces de entusiasmar, que, como decía días atrás el presidente de la Junta, sirvan para reafirmar nuestra autoestima.

En otro orden de cosas pero muy relacionado, asistiremos en los próximos meses al debate sobre el denominado modelo de Estado. La Constitución, de la cual celebraremos próximamente su 25 aniversario, también tiene sus ciclos, va al socaire de la sociedad y, por tanto, tiene que ser mutable o, cuanto menos objeto de libre discusión. En ese sentido habría que recurrir a la Historia para recordar que si algo ha caracterizado a los socialistas ha sido su lucha por la igualdad y su internacionalismo, dejando en evidencia a aquéllos que intentan denunciar, desde la ignorancia o la mala fe el acoso o deterioro de una norma suprema que anhelan, quizás, bajo el adormecido epígrafe de Una, grande y libre .