El cielo de Madrid no siempre es velazqueño. Puede ser turquesa, plomizo, panza de burra o simplemente negro. Blanco turbio era el día 8 cuando bajé del metro en Banco de España para visitar la exposición Las lágrimas de Eros del Thysen. Casi lloré ante la cola que doblaba la manzana calle Sevilla arriba hasta perderse en lo recóndito. Pese al airecito helado de diciembre, el amable madrileño en crisis se había lanzado a disfrutar del arte. Luego caí en la cuenta de que en Madrid no era puente y el día de la Pura sus habitantes poblaban las calles de la magnífica e incómoda villa, ejemplo vivo de tráfico inhumano, tripas al aire y exhibicionismo obsceno de todas sus vergüenzas. En cualquier lugar hay cortes de tráfico o, según mi hijo el rebelde, aguarda un secuaz de Gallardón para cascarte una multa de al menos noventa euros. Mi hijo sospecha que, a costa del sufrido contribuyente, confía el carismático alcalde en pagar las deudas de la faraónica y frustrada sede olímpica. Quedará estupendo, digo, pero replica harto de comer polvo que las obras son un dengue y las multas un escándalo. Descubro al fin que la cola no es para ver a Andrómeda encadenada sino para contemplar las balas de Tejero en el techo del Congreso de los Diputados. Me admiran las cinco horas de jolgoriosa y fraternal espera en civilizado y alegre homenaje a nuestras heroicas instituciones y respetuoso recuerdo de la anatomía de un instante que pudo cambiar la historia de España. Y reparo en la enorme ironía de que, aunque los presidentes autonómicos del PP, todos, hayan dado el bochornoso ejemplo de su injustificable ausencia en la conmemoración de la Constitución que tanto dicen defender, ahí esté el pueblo para demostrarles que no es como ellos. Pienso que en España hace mucho que los gobernantes deberían aprender de los gobernados. Que si tuvieran una ínfima parte de su responsabilidad, capacidad de renuncia, alegría, ansia de superación, espíritu de concordia y optimismo, otro gallo nos cantara. Y de pronto el cielo de Madrid se me ilumina de esperanza.