El Gobierno ha cumplido sus primeros cien días y tiene todos los frentes abiertos. Zapatero pierde crédito, confianza y credibilidad, a pesar de que Rajoy tampoco está para tirar cohetes. La entrevista de esta semana entre los líderes de los dos grandes partidos es una de las últimas oportunidades para devolver la confianza a los ciudadanos, a los empresarios, a los inversores. El Gobierno tiene que luchar para recuperar la credibilidad porque estos cien días de gobierno son un repertorio de fuegos artificiales frente a problemas que han ido creciendo día a día. Muchos ministros no tienen nada que enseñar, fundamentalmente porque no han hecho nada. Apenas cien días después de su constitución parece como si Zapatero y su Gobierno estuvieran atrapados en la red sin saber cómo salir de ella.

Si hubiera que elegir tres problemas, la economía, la justicia y la inmigración podrían ser los más importantes. El presidente, que negaba la crisis apenas hace unos días, no ha tenido más remedio que reconocer que existe, pero nada de lo que ha hecho hasta ahora sirve para combatirla. Ni siquiera son parches, es marketing, demagogia. Nadie quiere acabar con las conquistas sociales, pero como sigan así, no habrá nada que repartir.

La inmigración es otro de los asuntos donde el Gobierno parece estar dando marcha atrás, pero sin saber muy bien dónde va. A la política de puertas abiertas para todos, también demagógica, le ha sucedido, sin explicación, la del cerrojazo, los controles, las aulas de integración, la expulsión incentivada y la directiva de retorno o "de la vergüenza".

Finalmente, en esta lista de grandes problemas, está la Justicia. Al margen de la renovación del CGPJ, la situación de los órganos judiciales en España es lamentable y afecta a uno de los derechos básicos de los ciudadanos: la tutela judicial efectiva. El presidente de la Audiencia Provincial de Madrid ha pedido que se recurra menos a los tribunales, como una forma de evitar el colapso judicial. Pero el problema no es sólo eso: es la falta de medios humanos y materiales, el excesivo número de funcionarios interinos, la falta de magistrados... Hoy por hoy, todo sigue siendo una novela de ciencia ficción. Mañana, ya veremos.