TSte cumple un año de la entrada en vigor de la ley de matrimonio homosexual. Ha sido un año en el que el goteo de noticias sobre esta nueva realidad se ha producido de manera incesante. Como en todo cambio la sociedad siempre está muy pendiente de los pioneros y los hemos tenido ya para todos los gustos: hombres y mujeres, políticos y jueces, abogados y funcionarios, miembros del PP o del PSOE. Ahora llega el momento de las estadísticas. Todas estas historias personales se fundirán en frías cifras que nos proporcionarán un retrato global y que nos dirán lo mismo que nos dijeron cuando se aprobaron otras leyes semejantes: que no ha sido para tanto.

Eso lo verán, aunque nunca lo reconocerán, quienes más se han opuesto a esta ley, los que anunciaron el fin de la familia o la destrucción del matrimonio. No es sólo que no haya pasado nada de esto, sino que hoy hay en España nuevas familias y nuevos matrimonios que hace un año no existían. Tenían que estar contentos...

En este aniversario nos llega además una nueva noticia: se acaba de presentar la primera demanda de divorcio de un matrimonio homosexual. Llevaban conviviendo desde 1993 y se casaron hace unos meses. Ahora han decidido separarse. Alguien tardará cinco minutos en aprovechar esta noticia para volver a arremeter contra la ley, no lo dudo. Pero una ruptura así lo único que demuestra es que las cosas se están produciendo con absoluta normalidad. La gente se divorcia y se vuelve a casar, y más de uno repite después ambas experiencias si que nadie le ponga un pero.

Es posible que el aniversario y la noticia de la ruptura de esta pareja cierren definitivamente el tiempo de lo excepcional y a partir de ahora las noticias sobre matrimonios homosexuales, igual que las de los heterosexuales, queden donde deben: en el ámbito de lo privado. Ese será el mayor signo de normalidad, salvo que el Tribunal Constitucional nos dé una sorpresa.

*Periodista