Los matemáticos defienden, y llevan razón, que no hay nada más exacto y más objetivo que los números y, en Periodismo, como en otras muchas disciplinas, no es lo mismo 1, que 50 o 5.000. En un suceso, por ejemplo, el número de víctimas condiciona mucho el espacio que ocupará esa información en papel, sin menospreciar por supuesto en el ejemplo anterior a ninguna víctima, porque detrás de los números hay personas.

Es lo que también sucede en esta pandemia del covid-19 que estamos viviendo, en la que los números, que hacen referencia a personas, han cobrado una gran importancia, vital y los matemáticos se deben de estar llevando las manos a la cabeza porque lo que era exacto y objetivo está generando en ocasiones más confusión que claridad.

Las cifras no bailan, son las que son y cuando hablamos de personas enfermas, o aún peor, fallecidas, no pueden bailar, en primer lugar, por respeto a esas personas. En esto, como en otros muchos aspectos de la vida, es mejor callar que dar un dato erróneo y, si hay que dar datos, al menos habrá que advertir que pueden diferir de los que den otros y explicar los motivos. La transparencia y la honestidad han de primar.

Pero no es esto lo que está sucediendo en algunas ocasiones. Sin entrar en los motivos o si están justificados o no, lo cierto es que cambiar los métodos para contar a positivos, negativos, fallecidos con covid o por covid de un día para otro genera confusión en los ciudadanos en general y en los familiares de los afectados en particular.

Que el Ministerio de Sanidad diga que un día no hay fallecidos y el mismo día algunas comunidades autónomas notifiquen que sí los han tenido no se entiende, como tampoco que en una residencia placentina Sanidad dé un día un dato de contagiados y tres días más tarde se hayan multiplicado por tres, pero la Consejería argumente que no son nuevos y lo achaque a un desajuste en las notificaciones.

Todos estos ejemplos llevan a los ciudadanos a pensar, o bien que quienes están al frente de las instituciones sanitarias no se enteran de nada, o peor aún, que sí se enteran, pero están engañando a la gente, mientiendo, ocultando datos... ¿Cómo es posible hacerlo tan mal? Porque manejando mal los datos se está generando dolor en las familias y se mina la propia credibilidad, amén de que supone un caldo de cultivo para quien quiere aprovechar la situación para provocar crispación y odio hacia el contrario.

*Periodista.