TStabemos que en Japón van ya 11.000 muertos a causa de la gran ola. También nos acordamos de los 75.000 fallecidos en el acto en Haití por otro tsunami, debido al cólera son ahora 200.000 y subiendo.

Japón corre peligro de contaminación por radiactividad. Dicen que la leche y las verduras están contaminadas y que comer esto durante un año equivale a hacerse una radiografía, algo que, por cierto, está al orden del día por aquí.

También sabemos que Japón es un país puntero en todo, un país que al igual que Alemania viene de vuelta de todo, son pioneros en revoluciones industriales, con la consecuente degradación medioambiental y su posterior concienciación para con el medioambiente y lo ecológico.

Claro, ahí están los 11.000 muertos y las aguas contaminadas.

Sabemos que en el accidente de la central nuclear de Chernobil (Ucrania) del año 1986 murieron 80 personas en el acto, se dice que hasta hoy van 200.000, sumando el territorio ruso afectado; el bombardeo del ejército americano a Hiroshima y Nagasaki (Japón) ejecutó a más de 140.000 civiles y la radiactividad afectó a posteriores generaciones.

Puede que los japoneses, los genios de la tecnología y el control, tengan pánico a la radiactividad, y con razón, porque así lo guardan en su particular memoria histórica. Y desde luego que es imposible controlar todo al 100%.

Puede que los japoneses sepan, al igual que los alemanes, qué comen a diario, de dónde vienen y a dónde van todos los alimentos (ahora se llama trazabilidad); y puede que no se hagan radiografías, no lo sé.

Nosotros no sabemos de dónde vienen la mayoría de los productos, ni, quién sabe, si las piñas que compramos se cultivan con las tierras cercanas a una mina de Uranio en Indonesia. El control no nos preocupa tanto y vivimos más tranquilos, aunque un poquito menos.

Lo que sí sabemos es que los 5.000 africanos que mueren de sed al día y los muertos por hambre en Haití sí que disfrutarían de la leche y las verduras contaminadas.

Pero, bueno, esto no son más que cifras y letras.