La que se ha liado con la reforma de la Constitución. Parece que la vayan a cambiar entera, cuando en realidad solo retocan el artículo 135. Lo que ese artículo dice es que hay que pagar las deudas contraídas. Si lo entiendo bien ahora se quiere añadir que no emitiremos mucha más deuda, a lo sumo un 0,4% del PIB.

Así visto no es gran cosa. Pero detrás de esa nimiedad aparente se ocultan designios de mayor alcance. Temen muchos ciudadanos que se cierre el paraguas protector del Estado. Hemos vivido muchos años gastando más de lo que pagamos en impuestos, y ahora vienen las vacas flacas.

En realidad esta es una historia de cigarras y hormigas. Las hormiguitas quieren ahorrar para el día de mañana y las cigarras cantan, bailan, y piden trigo prestado para ir tirando. Las dos postura son correctas. Lo que pasa es que cada postura corresponde a un ciclo de la vida.

El genial Baltasar Gracián escribió "el que a los veinte no es mozo, a los treinta no se casa, y a los cuarenta no es rico- a los cincuenta borrico". Es decir que toca ser hormiga de los 25 a los 45, y luego toca ser cigarra. Lo triste es que la nuestra es una sociedad envejecida, y cuando nos toca ser cigarras nos encontramos con los graneros vacíos, porque nunca hemos sido hormigas.

Si el PPPSOE está de acuerdo en la reforma, es porque los dos han sido los causantes del desaguisado. Cuando Solchaga era ministro de hacienda hubo años, allá por finales de los ochenta, que el Estado recaudaba un 20% más de lo previsto, pero los gastos aumentaban un 40%. Fueron los años del AVE a Sevilla (un despropósito) la Expo y las Olimpiadas. Devaluaron la peseta hasta dos veces en un año, y se engordó el déficit público.

XLUEGOx vino Aznar , bajo cuyo mandato se vendieron todas las joyas de la corona: Endesa, Repsol, Argentaria, Telefónica, Tabacalera, Gas Natural, Aceralia, Enagás y muchas otras empresas menores. Aznar se permitió incluso la alegría de bajar los impuestos cuando en aquellos años de prosperidad se tenía que haber recaudado para eliminar toda la deuda pública.

El resultado es que estamos hoy con un fondo de reserva de pensiones raquítico, una deuda enorme y una economía paralizada. Estamos vendiendo ya los últimos anillos del ajuar (Aena y Loterías del Estado).

Ahora nos toca ser hormigas a la fuerza. Las cigarras mueren congeladas con los primeros fríos del invierno. Nosotros no podemos permitir que queden abandonados los ancianos, enfermos, niños y gente débil en general. Pero tampoco tenemos los recursos para atenderles

Y precisamente por eso la gente tiene miedo a esta reforma de la Constitución. Pero la algarabía es exagerada porque una reforma constitucional no arregla nada. Para empezar se habla de que el mentado equilibrio presupuestario será para el año 2020. Decía Séneca que "el que quiere tarde, no quiere". Y viene la cita al caso porque hay un claro contraste entre la urgencia despiadada con que el PPPSOE quiere tramitar esta reforma, y el larguísimo período de ocho años que se conceden para cuadrar las cuentas.

La mayoría pensamos que es mucho mejor ser cigarra, por lo menos en verano, cuando la comida es abundante y no hay que gastar dinero en calefacción. Es normal que los alemanes sean hormigas, ellos tienen otro clima. Por eso nos envidian tanto y nos mandan cartas amenazadoras, que Zapatero se guarda en el bolsillo para no enfadarnos.

Personalmente me parece impresentable que no publiquen las cartas de Merkel y Trichet , y no convoquen un referéndum. Al menos (si quieren ahorrar pelas) que hagan un masivo sondeo de opinión. Y si la gente quiere ser cigarra, pues hay que hacer lo que diga la gente y no un puñado de diputados sobre los que me reservo la opinión.

En uno de esos viajes oficiales de gorra que se montan las instituciones grandes y pequeñas coincidí con el que fuera presidente de la Asamblea de Extremadura, Manuel Veiga . Un tipo jocoso y genial con el que compartí mantel. Ante una mesa repleta de manjares me dijo: "Esto de la democracia nos lo comemos entre unos mil doscientos". Lo decía sonriendo, pero lo decía en serio. Y es verdad, se lo comen todo entre un puñado de diputados, ministrillos y senadores.

Lo malo del asunto es que hay gente que ha sido hormiga toda su vida, y ahora que le toca disfrutar, le van a reventar el plan porque nuestros políticos no han sido ni previsores ni honestos ni eficaces.

Ahora es la hora de ver la talla de los políticos. Al buen timonel se le conoce en los días de tormenta. El buen dirigente tiene que brillar ahora, cuando toca administrar recursos escasos y decir no a mucha gente que llama a la puerta.

Porque la verdad es que no se ve otra alternativa. Por supuesto que antes de que algunas cigarras se mueran de hambre habrá que obligar a las hormigas a que saquen el trigo de los graneros. Porque hay mucho dinero oculto, y es muy fácil que aflore, como explicaré el próximo lunes. jesusbueno@reicaz.com