TNto olvidaré la carita expectante de Isabel , una sobrina santanderina de ocho años que alucinaba en la Plaza de San Jorge una primavera de hace tres años, al ver muchas cigüeñas revoloteando en los campanarios de la Iglesia de la Preciosa Sangre. Se la notaba a la niña sorprendida, más por la cantidad que por el ave en sí. A Cantabria también llegan las cigüeñas, pero no se ven tantas juntan y por todas partes. La cría volvió a Santander llevándose de recuerdo una cigüeña de peluche que conserva en una estantería de su casa.

En contraposición, recuerdo una fotografía que hace unos dos años publicó el Periódico Extremadura, en la que se veía a una mujer destruyendo, a las bravas con un palo, un nido que las cigüeñas habían levantado en el tejado de su bloque, a pocos metros de su terraza. La fotografía, en cuestión, fue tomada por alguien que la había sorprendido cometiendo la expoliación, y la envió al Periódico con el propósito de denunciar el hecho. La mujer se estaba tomando la justicia por su mano, en vez de reclamarla a Medio Ambiente para que le quitaran aquel repollo de matojos, que seguramente, a pocos ciudadanos les hubiera gustado tener tan cerca de su casa.

Y es que del cigüeñicidio a la trena sólo hay un paso, así que cuídese de no molestar a ese pájaro. Ojito con ponerle la mano encima. Y si el susodicho se invita por la cara a tomar un vinito en su casa y le exige un ribera de Guadiana de los caros, ni se le ocurra hacerle un feo. Y si al día siguiente se presenta de nuevo y le exige que le ponga en canal digital un documental sobre los trucos del pelícano para pescar en el Guadiloba, usted acceda por si acaso, aunque sea a costa de su película favorita. Hágame caso, porque las cigüeñas son muy vengativas y al final terminan azuzándole a algún ecologista fanático. O lo que es peor, le puede ocurrir lo que le ocurrió a un conocido mío, que les negó hospitalidad y se la liaron, llamaron a sus primos los flamencos y estos le montaron, para todo el verano, un tablao en el tejado de su casa y no pudo pegar ojo durante noventa noches.

Si existe la reencarnación, yo lo tengo claro, me pido ser cigüeña.

*Pintor