WLw a decisión de los ministros europeos de Agricultura de no prorrogar hasta el 2013 el actual sistema de ayudas al tabaco y reducir a la mitad, por tanto, las subvenciones directas al cultivo a partir del 2010 provocó ayer una humareda de reacciones en Extremadura. Aunque esperaban la medida, los tabaqueros la recibieron como un jarro de agua fría. Mientras tanto, la ministra de Agricultura y la Junta de Extremadura, que han arropado al sector en todo momento, le enviaron un mensaje de optimismo, al adquirir públicamente el compromiso de que los cultivadores seguirán recibiendo hasta el 2013 la misma cantidad que ahora, ya que el 50% del dinero que perderán en la ayuda directa se compensará a través de vías alternativas.

La primera lectura que cabe hacer de los últimos acontecimientos es que la UE envía un mensaje inequívoco: las ayudas a los tabaqueros tienen fecha de caducidad en el 2013 y los tres años previos deben dedicarse a ir preparando el sector para el nuevo escenario. Ni siquiera la baza del tabaco como cultivo social generador de empleo en las regiones menos desarrolladas de España, Francia, Italia y Grecia, ha servido como argumento en tiempos de crisis. Una mayoría de estados europeos sigue pensando que es contraproducente subvencionar la producción de hoja de tabaco y, al mismo tiempo, hacer lo mismo con medidas contra el tabaquismo. Lo demagógico es que esos mismos países que quieren acabar con el empleo agrario del tabaco no miran hacia las verdaderas causantes de la adicción, que son las multinacionales cigarreras, que se abastecen de materia prima fundamentalmente de países del Tercer Mundo.

La medida inicial que ha adoptado la UE para socavar los cimientos tabaqueros ha sido desviar el 50% de las ayudas a una ambigua partida bajo el epígrafe de desarrollo rural. Como paño caliente, autoriza a que se concedan al sector ayudas "para las explotaciones agrarias en curso de reestructuración". Y es aquí donde van a entrar a trabajar a partir de ahora el Gobierno español y el extremeño para articular un plan que permita a los tabaqueros mantener el nivel actual de ingresos hasta el 2013. Aunque queda que las administraciones expliquen cómo se conseguirá esto, hay que dar un margen de confianza después del compromiso público de ayer.

Pero tanto o más importante que pensar en los próximos cinco años es diseñar un plan para el escenario posterior al 2013, en el que todo apunta a que no habrá un solo euro para los tabaqueros. Veinticinco mil familias extremeñas viven de este cultivo, que condiciona la economía de comarcas como el Arañuelo o La Vera. ¿Debemos seguir con la estrategia política y social de intentar hacer cambiar de opinión a Europa, y que las ayudas sigan después del 2013? ¿O debemos ponernos a trabajar ya en un plan de reestructuración de estas zonas agrícolas antes del crash ? A la vista de lo ocurrido, parece razonable que, sin abandonar la estrategia política, se trabaje ya en cómo hacer rentables de otra forma las tierras en las que ahora se planta tabaco. Ningún cultivo va a ser tan rentable porque ninguno va a estar tan subvencionado como lo ha estado este. Pero da la impresión de que cada minuto que no se invierta a partir de ahora en buscar alternativas será un minuto perdido para la supervivencia de los descendientes de esas 25.000 familias ligadas ahora al tabaco. De forma paralela, el trabajo de despachos debería centrarse en plantear a Bruselas que lo que está haciendo con los tabaqueros es una reconversión en toda regla, que partir del 2013 merece ser apoyada económicamente como en tiempos lo han sido otros sectores como el de la pesca o el de carbón. La batalla continúa.