La ceremonia de entrega de los premios Goya, celebrada la noche del sábado en Madrid, se convirtió en un extraordinario alegato contra la guerra, retransmitido en directo por TVE y ante la mirada, se supone que atónita, de la ministra de Educación y Cultura, Pilar del Castillo. El mundo del cine dio así una sonora bofetada a la política del Gobierno español, alineada con los planes belicistas de Washington. Que un sector tan relevante coincida de forma unánime en sus críticas indica que se ha abierto una profunda fisura entre los intelectuales y el PP, y que en la sociedad española no ha calado la doctrina de atacar a Irak al margen de la ONU y con unas pruebas que se presumen endebles.

Pero la entrega de los Goya no sólo fue un clamor antibelicista. El hecho de que la película triunfadora de la noche, Los lunes al sol, con cinco premios, narre una amarga historia sobre la realidad del paro contribuyó a dar a la ceremonia un tono ácido. La estética alternativa del director de la cinta, Fernando León de Aranoa --con jersey y coleta-- simboliza el viento izquierdista que sopla en el mundo del cine español. Un gremio que una vez más castigó, de forma inmerecida, a Pedro Almodóvar.