TYto soy el que soy, y una rosa es una rosa, son tautologías puestas como ejemplo en todos los manuales de retórica, el arte del bien decir, de hablar o escribir para persuadir, conmover o convencer. Ahora, que como ejemplo retórico, me quito el sombrero ante el discurso del portavoz de la Conferencia episcopal, un experto en decir sin decir, en insinuar más que en mostrar. Si existen rosas que son rosas, pueden existir leyes que no son leyes, por injustas y lesivas, como las del divorcio, el aborto o el matrimonio entre homosexuales. Según él, son leyes un poco ilegales porque atentan contra los derechos humanos. Da igual que hayan sido aprobadas por un gobierno elegido democráticamente. Los hombres son individualistas caídos en el hedonismo, atrapados por el positivismo jurídico que nos ha alejado de la verdadera humanidad. Por eso, aunque la Conferencia episcopal jamás ha tratado de influir en las decisiones de los gobernantes, Rajoy sabrá qué hacer si quiere tener una legislación justa, que no viole los derechos fundamentales y que contribuya a la salida de esta crisis que no solo es económica sino también moral. Con independencia de que se esté a favor o en contra de una ley, incluso cuando no estás de acuerdo con el gobierno que la ha promulgado, vivir en democracia significa vivir en el respeto a los demás. Y significa también que todos somos ciudadanos, los fieles y los infieles, de cualquier religión posible, hasta de la ausencia de ella, y que no se puede legislar pensando solo en los primeros. Un ciudadano es un ciudadano no solo es una tautología, sino una conquista que debería ser incuestionable.