TSti alguien aún tiene dudas sobre las escasísimas posibilidades de que sirva para algo ese plan inventado por el presidente del Gobierno llamado Alianza de Civilizaciones, hará bien en leer la soberbia autobiografía de Ayaan Hirsi Ali , Mi vida, mi libertad (Galaxia Gutenberg).

Aunque nacida en Somalia, antes de cumplir los 16 años Ayaan Hirsi Ali ya había vivido en Etiopía, Kenia y Arabia Saudí debido a la condición de activista político de su padre. En sus desplazamientos conoció con exactitud la situación de las mujeres en los países árabes y en aquellos otros en donde iban tomando el poder los Hermanos Musulmanes. Su relato es sobrecogedor.

Sin la menor duda, para los musulmanes las mujeres son como el campesinado para la aristocracia feudal: una masa amorfa, más próxima al animal que al humano, a la que se explota sin piedad. Dado que en esos países solo hay dos tipos de hombre, el jefe y el súbdito, las mujeres ocupan el lugar de los esclavos.

Para muchas mujeres, las humillaciones, ablaciones, violaciones, asesinatos y explotaciones resultan soportables porque han asumido el papel de animal sucio y lúbrico que les asigna el Corán. Aceptan los castigos y las agresiones del mismo modo que las bestias que lamen la mano que les da de comer. Pero para una mujer inteligente y valiente como Ayaan Hirsi, eso era imposible. En cuanto llegó a la mayoría de edad escapó del infernal campo de concentración islámico y emigró a Europa.

Su historia posterior parece una novela. Tras estudiar Ciencias Políticas, la inmigrante semianalfabeta acabó como diputada del Parlamento holandés. Más tarde fue el objeto de la ira xenófoba de los nacionalistas, quienes trataron de quitarle la nacionalidad. Finalmente, tras realizar una película con Theo van Gogh sobre las mujeres musulmanas, este fue asesinado y ella vive desde entonces con guardaespaldas para protegerse de la vesania islámica.

¿Alianza de Civilizaciones? En absoluto: la lucha de la civilización contra la barbarie. O sea, lo de siempre.

*Periodista