Fiel a su costumbre de intentar que el tiempo solvente los problemas, o que al menos los atempere, Mariano Rajoy aplazó ayer la resolución de un asunto que divide vivamente a los dirigentes autonómicos del PP: el reparto del déficit público y, muy especialmente, la instauración de márgenes distintos según la comunidad. Ante la imposibilidad de lograr el consenso, el presidente del Gobierno concedió un mes más de plazo para el acercamiento de posiciones y calmó a los barones al asegurarles que la fórmula final se basará en "criterios objetivos". Un compromiso ambiguo que le permite, en primera instancia, esperar a que mañana la Unión Europa oficialice la flexibilización --no a cambio de nada, sino de nuevas reformas estructurales en temas de calado-- de los criterios de déficit impuestos a España.

La prudencia de Rajoy es comprensible, pero tarde o temprano deberá asumir que no puede contentar a todas las partes. El debate, además, parte de una premisa a tener en cuenta y es que una de las comunidades que se beneficiarían de la asimetría de los topes de déficit fiscal sería Cataluña.

El presidente del Gobierno de Extremadura, José Antonio Monago , se ha erigido en el abanderado de una defensa justa para nuestra comunidad autónoma con frases tan claras como esta: "España no está para comer a la carta, sino todos el mismo menú".