Las últimas manifestaciones realizadas por el presidente del Partido Nacionalista Vasco, Josu Jon Imaz, sobre las causas por las que se ha puesto punto y final al proceso de diálogo para acabar con la violencia de ETA tienen, al menos, dos puntos de interés: el de aportar, por un lado, información sobre cómo fueron las conversaciones políticas exploratorias entre ambas partes y, por otro, de poner la pelota en el tejado que corresponde. Lo que, con gran claridad, viene a confirmar Imaz es que el descarrilamiento del proceso se produjo por culpa de ETA, cuando transmitió a través de Batasuna que los socialistas debían pasar por asumir que Euskadi y Navarra tenían que integrarse "en un solo espacio de autogobierno". Es decir, los terroristas hicieron una exigencia política que no podían de ningún modo, ni debían, admitir los socialistas. Es una confirmación más de que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, no cedió al chantaje en un asunto tan delicado.

Las insinuaciones del Partido Popular sobre Navarra carecían, por tanto, de sentido y, vistas ahora a la luz de las declaraciones del dirigente peneuvista, bien podrían obedecer a una táctica encaminada a deslegitimar el posible pacto, a futuro, de los socialistas navarros con la coalición nacionalista Nafarroa Bai. No es casualidad que las declaraciones de Imaz se produzcan justo en el tira y afloja final para saber si será Unión del Pueblo Navarro (UPN), la marca del PP en la comunidad foral, la que gobierne Navarra o serán el Partido Socialista Navarro con el apoyo de los nacionalistas.

No deja, por otra parte, de sorprender que sea el presidente del PNV quien haya hecho unas revelaciones que clarifican enormemente el porqué del fracaso del intento de paz. Parece más normal que hubiera sido el Gobierno quien informara de que hubo durante el otoño pasado reuniones a tres bandas entre PSE, PNV y Batasuna para preparar la mesa de negociación política de partidos y que ETA se interpuso en esas conversaciones para tratar de imponer, antes de entregar las armas, sus tesis panvasquistas. De este hecho --el que sea Imaz quien informe de estos extremeño- se extrae la sensación de que Rodríguez Zapatero ha perdido capacidad de comunicarse con una sociedad que mayoritariamente ha apoyado su tentativa de lograr el fin del terrorismo y que, con toda seguridad, hubiera entendido las causas de la ruptura. Ese silencio ha dado alas a sus adversarios, que no han dudado en ventilar la versión interesada de Gara, el periódico de la izquierda aberzale que se comporta como una especie de ´brazo informativo´ de ETA puesto que no condena sus crímenes. Imaz estuvo acertado al decir que Gara vende una versión del final de la tregua que solo busca justificar a ETA ante su parroquia. Lo lamentable es que el PP y su prensa afín hayan aprovechado esa interpretación sesgada para desgastar a Zapatero y condicionar el pacto de Navarra encaminado a consensuar un gobierno que deje a UPN en la oposición.