WDw esde el pasado lunes, Extremadura está siendo azotada por un temporal de fuertes lluvias que, en muchos puntos de la región, están causando inundaciones y trastornos en la vida cotidiana. El agua anegó carreteras --cuatro de ellas las ha cortado--, centros educativos --uno en Ribera del Fresno, que terminará de repararse en los próximos días, y otro en Aliseda, varios establecimientos comerciales en Villanueva de la Serena, donde la lluvia provocó las inundaciones más graves. De igual modo, al temporal se le atribuye directa o indirectamente su participación en 25 accidentes de tráfico, la mayoría leves... Un dato basta para mostrar la intensidad y extensión de la intensa lluvia el teléfono de emergencias ha recibido casi 4.000 llamadas en día y medio. De lo acontecido puede sacarse una conclusión: en términos generales, Extremadura se ha defendido con solvencia de una situación adversa, y los extremeños más afectados, los comerciantes de Villanueva, pueden confiar en que los seguros paliaran los daños sufridos en sus negocios.

Sin embargo, también de entre los damnificados por el temporal hay clases: el más de un centenar de rumanos que tuvo que desalojar a prisa el campamento que ocupaba en Villalba de los Barros porque se desbordó el arroyo junto al que se encontraban son los parias de esta historia. Perdieron mucho de lo poco que tienen. Su realojo en el polideportivo municipal fue impecable: se les proveyó de comida, de una improvisada cama y de un techo. Pero que esas atenciones signifiquen un exiguo confort muestran que sus condiciones cotidianas de vida deberían sernos inaceptables.