El político veterano sabe que una campaña electoral empieza justo al día siguiente de unas elecciones. Si se ganan los comicios, hay que celebrarlo, constituir gobierno y lo más importante: gobernar. Si se pierden, ocurre justo lo contrario: hay que pasar el luto, lamerse las heridas, recomponerse y marcharse a la oposición. Sin embargo, en uno u otro caso los partidos ponen en marcha sus maquinarias electorales desde el primer momento. En el caso del ganador, para defender una gestión que permita nuevamente decantar las urnas a su favor. Y en el caso del perdedor, para criticarla a fin de conseguir que los electores vean una alternativa lo antes posible.

Ya se sabe que unas elecciones nunca se ganan, las pierde quien está en el poder. Esa frase está acuñada en el espíritu de todo partido que tenga aspiraciones de gobierno. Sin embargo, un descuido, una variable incontrolada, puede ser letal cuando menos te lo esperas. Se da por hecho que quien está en el sillón de mando juega con ventaja por el perfil conservador de los electores tendentes a asentar lo establecido. Pero un desequilibrio imprevisto puede hacer que el tronco se tambalee y lo peor: que caiga sin remedio su popularidad y reconocimiento. El aspirante lo que tiene que hacer es mostrar un perfil lo suficientemente atractivo como para ser elegido caso de que cale el espíritu de cambio.

Así y todo, la legislatura es muy larga y hay momentos de relax, de sosiego, incluso de relajación y acomodo. En ese tiempo se acercan posturas y se negocian cuestiones con todos, sin importar los protagonismos ni los réditos que pueda cosechar el contrario. Son meses en los que cada cual tiene asumido un papel y se fía la partida a largo plazo.

Todo este panorama cambia cuando se pasa el ecuador de la legislatura, pero más concretamente cuando se acerca el año previo a unas elecciones como ahora. Se puede decir que los partidos y sus dirigentes cambian de traje y ya nada es igual, entramos en lo que se denomina «clave electoral». Nadie en su sano juicio reconoce en público que alguna decisión se adopta por este motivo, pero qué duda cabe que es así y en privado se dice sin tapujos. Que haya políticos que dependan por entero de lo que ocurre un día concreto alrededor de una urna llega a obsesionar. Empiezan los codazos por colocarse en la foto o salir en televisión, y se marca una estrategia de derribo donde todos entran sin excepción.

Un ojo en la casa propia y el otro en la del contrario. Así están ahora los partidos, en precampaña. El PSOE anda más atrasado dado que todavía no ha acabado del todo con los procesos internos, mucho más cruentos y aguerridos que los del resto. El haber tenido una guerra importante a nivel nacional con el Susanismo y el Sanchismo ha provocado distensiones nunca vistas a nivel autonómico y provincial, lo que también ha tenido alguna que otra derivación al ámbito local, si bien se han desarrollado después de forma bastante más acorde y pausada. Guillermo Fernández Vara será el candidato a la Junta, nadie lo duda, ni siquiera él. Quitado de en medio la tensión y el ruido, será para él un camino a recorrer de nuevo.

En el caso del PP no ha habido alternativas ni tampoco discusiones de liderazgo. José Antonio Monago reina en su partido sin que nadie le tosa y su candidatura es segura. Los populares llevan tiempo en clave electoral, estar en la oposición les permite disponer de más tiempo para ello y el romper con el PSOE en la negociación presupuestaria y que éste negocie y pacte con Podemos le ha venido a las mil maravillas para marcar una separación pura y dura entre ambos partidos y poner el foco en la radicalización del contrario.

En Podemos tampoco se aprecian cambios significativos con Álvaro Jaén, si bien es un partido que depende mucho más que los otros de su imagen nacional. Haber entrado en la esfera política constructiva pactando con el PSOE extremeño los presupuestos les permitirá enfatizar su papel institucional y su responsabilidad para con esta región, pero parte de su electorado lo rechaza y eso también habrá que tenerlo en cuenta. Votar a Podemos para que arrope al PSOE, para eso mejor votar directamente al PSOE.

Por último está Ciudadanos. Ahora que parece que se deposita la responsabilidad en Cayetano Polo, actualmente concejal en Cáceres, dejando a un lado a la hasta ahora portavoz del grupo parlamentario, Victoria Domínguez, van a cambiar algunas cosas, si bien ocurre como en Podemos, que la sombra de su líder nacional, Albert Rivera, lo es y lo va a ser todo de aquí a las urnas de mayo o junio del 2019. Queda año y medio, 18 meses, y estamos ya en clave electoral total desde ahora.