El futuro de España debe vertebrarse sobre tres pilares fundamentales: la consolidación de la democracia, la política internacional y la reforma de la Constitución.

En primer lugar, es necesario reforzar la auténtica democracia. Cada sociedad da tal crédito a sus correspondientes términos talismán (democracia, libertad, progreso, etcétera) que sólo con pronunciarlos se tiene la sensación y la generalizada convicción de que se conjuran los problemas y se ofrece la solución. Exigir rigor y precisión en el uso de los mismos requiere formación y pensar con rigor, porque son términos que seducen y arrastran. La sociedad llamada democrática lo será realmente:

a) Si se da la efectiva división de poderes, alma de la verdadera democracia, sin contaminarse unos a otros en el ejercicio del servicio al bien común, es decir, al interés general de todos los españoles. La contaminación de los Poderes Ejecutivo y Legislativo sobre el Judicial tanto en el ejercicio de sus funciones como en la formación del mismo es letal para la democracia.

b) Si se da cauce al principio de subsidiariedad, que consiste en que la propia sociedad ejerza las funciones que le corresponden sin ser suplantada por el Estado a través de sus instituciones.

c) Si el sistema de derechos que se reconocen y crean, responde a la correlación deber-derecho, sin caer en el error de interpretar como deberes que deben ser protegidos con los correspondientes derechos, los meros deseos, incluso legítimos, o ciertas necesidades.

d) Si los votos de los ciudadanos tienen su reflejo directo y proporcional en el Congreso porque en caso contrario supondría una violación de la voluntad popular.

e) Si lejos del positivismo jurídico, se hace justicia a la dignidad de la persona, se reconocen los derechos que siempre ha defendido el Derecho Natural o Derecho Constitutivo en Occidente, previo a toda intervención humana, cuyo fundamento es la Ley Natural y la propia realidad.

En segundo lugar, lograr el consenso en política internacional para establecer una continuidad que dé frutos a medio y largo plazo. El futuro de la política internacional pasa por fortalecer los vínculos transatlánticos con las democracias consolidadas en Hispanoamérica y Estados Unidos. La lengua e historia comunes ofrecen privilegiadas oportunidades comerciales, culturales y educativas que aportan extraordinarios beneficios recíprocos. Con la ampliación de la Unión Europea a los países del Este, España, por población y poder económico-político, no será un Estado determinante en el ámbito comunitario, aunque deberá involucrarse en la construcción europea de forma ejemplar como lo está haciendo hasta el momento y se puso de manifiesto con la aprobación de la fracasada Constitución europea.

XPOR ULTIMOx, la modernización democrática, consolidación del Estado de Derecho, educación, igualdad de sexos, justicia social y libertad en Marruecos serán determinantes para la seguridad de España y, por tanto, deberá cooperar activamente para su implantación definitiva.

En tercer lugar, la reforma de la Constitución, en la que deben participar todos los partidos políticos y alcanzarse el máximo consenso, debería modificar el orden de sucesión a La Corona, hacer referencia a la construcción europea y a Hispanoamérica para potenciar las relaciones internacionales con la comunidad hispanoamericana, cerrar el modelo territorial con una mención expresa a las comunidades autónomas, lograr el óptimo equilibrio competencial entre el Estado y comunidades autónomas (alcanzándose la máxima descentralización posible, pero teniendo en cuenta que debe primar siempre el bien común, es decir, el interés general de todos los españoles), convertir al Senado en auténtica cámara de representación territorial donde comunidades autónomas sean las verdaderas protagonistas, potenciar la autonomía municipal y reformar la Ley Electoral.

Dejo para el final lo que considero determinante para vertebrar el futuro de nuestro país, esto es, recuperar la competencia de educación por el Estado; así, por ejemplo, las futuras generaciones deberán conocer en profundidad el arte, la historia y literatura españolas que, además, han sido determinantes en la construcción de Occidente junto a la filosofía griega, el derecho romano y el cristianismo. Occidente no se entiende sin la Reconquista, el Real Colegio de España en Bolonia, el Descubrimiento de América, los Reyes Católicos, Carlos I , Felipe II , el Siglo de Oro o el arte español del siglo XX.

La próxima legislatura será idónea para consolidar la democracia y reformar la Constitución porque la diferencia, en número de votos, entre los dos grandes partidos será mínima y tendrán la obligación histórica de hacer política de Estado. Es, sin duda, el momento de los estadistas que serán juzgados por la historia en atención a su capacidad para integrar la adecuación a las nuevas realidades con el mantenimiento de lo esencial, sin poner en peligro la unidad y estructura del Estado y la protección de los derechos humanos.

*Jurista