Esto del clima va mal, lo sabemos todos, y lo sabemos no solo porque lo dicen todos los que saben de esto, sino porque basta salir a la calle por la mañana con media chaqueta en pleno diciembre para ver como al mediodía sobra la chaqueta entera. Además, si se sigue el Calendario Zaragozano, uno puede ya acertar menos que el CIS, y esto ya es decir. Ahora, en estos días, se ha hablado mucho de este tema con ocasión de la COP25, de la que nadie parece haber salido contento, lo cual es lógico, porque todos sabemos también que esto del clima va de la mano del progreso, de un progreso sin freno que no puede sino retroalimentarse como un agujero negro de todo lo que se le ponga por delante, también del clima. No obstante, se siguen buscando soluciones dentro de ese mismo progreso, es algo así como si fuéramos en un coche a toda velocidad y para no pegarnos la torta tratáramos de hacer cualquier cosa antes de pisar el freno para disminuir esa velocidad. Todos sabemos que, o se pisa el freno, o la leche será inevitable. Del mismo modo saben, los que de esto saben, que a estas velocidades de desarrollo será imposible evitar que el clima se desbarate. Aquí, o nos dejamos de cuentos y se empieza a tirar del freno ‘o la cosa descarrila’; esto lo saben los que de estas cosas saben, y los demás, o sea, todos, sabemos muy bien cómo vivir mejor que bien y para ello, claro, de tocar el freno ni hablar. La conclusión está servida, si todos lo sabemos y entre todos no hacemos lo que debemos es por una razón muy sencilla y es que, sencillamente, todos somos unos solemnes hipócritas.