Somos conscientes del problema que esta sociedad padece con el tema de la violencia de género. Una larga lista de mujeres asesinadas engrosan la estadística. Víctimas a manos de sus parejas y en la mayoría de las ocasiones ensañándose con ellas de la manera más salvaje. A estos criminales no les basta con acabar con la vida de la persona con la que un día compartieron la vida y tuvieron a sus hijos, sino que arremeten contra padres, hermanos, cuñados e hijos a quienes insertan una puñalada tras otra, tiran por un barranco o los ahogan. En otras ocasiones no les ha dado tiempo ni siquiera a iniciar una vida en común, porque cada día son más jóvenes las víctimas que a final de año forman parte de esa estadística tremenda que deja este tipo de violencia. Sabemos que las leyes aprobadas por este Gobierno no son la panacea y que la colaboración ciudadana es fundamental para contribuir a acabar con esta lacra social que acaba con tantas vidas y deja marcada a tantas personas del entorno de las víctimas, pero lo ocurrido con el profesor Neira que se encuentra debatiéndose entre la vida y la muerte, desde que tuvo la valentía de intervenir personalmente en un caso de violencia, nos lleva a retroceder en el intento de que los ciudadanos se conciencien de que si no colaboramos la violencia de género seguirá formando parte de la agenda social, aunque no se encuentre entre las primeras preocupaciones de los españoles. Desgraciadamente, los medios de comunicación encargados de crear opinión, en especial determinados medios se han encargado de generar un morbo extraordinario alrededor de este lamentable caso, que ha terminado con una buena persona ingresada en la UCI de un hospital. ¿Hasta qué punto esos determinados medios son conscientes de la ética y deontología a la que se deben? ¿A quiénes favorece la puja que han mantenido para conseguir la entrevista a una persona a todas luces enferma y omnubilada que no reconoce que de no ser por la intervención del profesor, posiblemente, fuera ella la que se estuviera debatiendo entre la vida y la muerte? ¿Por qué tiene que suceder un hecho tan lamentable como éste para que se levante esa expectación alrededor de un tema tan grave como la violencia de género? Durante mucho tiempo, la violencia contra la mujer había quedado oculta por una cultura del silencio, y en la mayoría de las ocasiones los ciudadanos consideraban que esos problemas pertenecían a la intimidad y que nadie debía entrometerse en ellos, aunque el final estuviese más que anunciado. Por desgracia, la curiosidad que ha despertado el caso descrito donde se ha hablado más de la novia que del maltratador no ayudan más que a empeorar la situación. Va siendo hora de que estos medios muestren más respeto ante las consecuencias que generan estas situaciones, y de que los ciudadanos nos mentalicemos de que la colaboración social es fundamental, sin exponer nuestra vida e integridad ante indeseables que no escatiman a la hora de sacar a la luz su instinto animal.

*Presidenta del PSOE provincial.