Una y otra vez volvemos a caer en la tentación de los rifirrafes con Cataluña. Relación tensa que se traslada gradualmente del plano político al ciudadano, incorporando tintes de odio y enemistad entre dos comunidades que comparten pasado, sentimiento y consanguineidad. El proceso independentista de Artus Mas ha incrementado aún más si cabe este flujo sensacionalista entre Cataluña y Extremadura, convirtiéndonos por méritos propios y por provocación ajena en el argumento que sustenta el discurso soberanista de aquellos que no desean compartir nacionalidad con el resto de españoles. Todo ello sin olvidar que este tipo de controversias da mucho juego a los medios de comunicación y que este tipo de actos, tienen siempre cabida en informativos y tiradas nacionales.

El diálogo cada vez más fluido de confrontación entre dirigentes políticos de uno y otro lado, se ha visto agravado hace unos días. Recordando viejos tiempos, su impulsor ha sido de nuevo el primer expresidente extremeño. Juan Carlos Rodríguez Ibarra está de gira. Así lo parece al menos el tour mediático que en las últimas dos semanas ha realizado desde que apareciera el pasado 16 de febrero en "El Gran Debate" de Telecinco. Como todo el que la busca la encuentra, Ibarra ha alcanzado finalmente su clímax de actualidad y como no podía ser menos ha sido a costa de Cataluña. Una vez más y sin saltarnos la regla, tanto en Extremadura como en Cataluña se hacía frente común ante el proceso independentista en nuestro caso o ante el acoso y derribo recibido por parte de los otros. Tal y como pidió José Antonio Monago , la región lidera una vez y otra también la oposición al pretendido proceso de secesión y a la demanda de mayor financiación autonómica.

Hace unos años, los ciudadanos de a pie que no tenían a su disposición un micrófono, no tenían la posibilidad de vehicular su desagrado con Cataluña, con Extremadura, con los dirigentes o con todos a la vez. Hoy, las redes sociales facilitan el diálogo. Es raro el día que no observo en twitter comentarios de uno y otro lado sobre el mismo asunto. Es raro ver palabras de amistad. Lo normal y común es asistir a un enfrentamiento despechado, despreciable, malsonante y deconstructivo. Fiel reflejo del recelo que durante años se ha ido inoculando en la opinión pública. Unas pulsaciones que a su vez son utilizadas de manera intencionada para fortalecer las escusas de los independentistas.

XNO SE TRATAx de aminorar o callar el debate, sino de que los líderes políticos, que al fin y al cabo son los iniciadores de estas tertulias sociales más impulsivas que reflexivas, moderen su discurso en pro de una conciliación nacional. Más aún, cuando hay cuestiones más trascendentes que resolver. En Cataluña la población sí ha salido a la calle para debatir sobre la independencia. En el resto de España y en Extremadura en concreto, la gente ha cogido el megáfono para protestar sobre el paro, los desahucios, la sanidad o la educación. Somos muchos los extremeños que tenemos tíos, primos o hermanos en Cataluña. También en el País Vasco o Andalucía. Cuando vienen a pasar unos días, hablamos del tema, como no. Se crea tensión.