El cole que nos viene... lo conoceremos en septiembre. Todo lo que las administraciones están hablando ahora son previsiones, planificaciones sobre los posibles escenarios de vuelta al cole, pero aquí, como en todo, el coronavirus manda y el tipo de educación que recibirán niños y jóvenes al inicio del próximo curso dependerá de cómo esté la situación sanitaria entonces.

Es lógico y necesario hacer ahora previsiones y no dejarlo todo para el último momento y una novedad que hay que destacar es que la Consejería de Educación ha pedido la opinión de los que más saben de este asunto, los profesores. Eso sí, la ha pedido para ayer y en medio del proceso de evaluaciones y preparación de documentación del final de curso, por lo que, si los docentes ya estaban sobrecargados de trabajo, ahora se han encontrado con una tarea más.

En todo caso, se les va a escuchar y eso es un avance. Quizás así, la organización de la vuelta a las aulas será más ajustada a la realidad del día a día en un centro educativo y, sobre todo, se irán concretando las actuaciones. Porque es fácil decir que las entradas de los alumnos serán escalonadas o que tendrán que salir al recreo por turnos, pero eso trasladado a la realidad no parece tan sencillo, requerirá como poco de mucho tetris para que todas las piezas encajen.

Todo debería quedar resuelto este mes para que, cuando los docentes vuelvan el 1 de septiembre, gran parte del trabajo esté ya hecho.

De lo escuchado hasta el momento, lo que más ha llamado la atención es la opción planteada por la ministra de Cultura de que los niños hasta cuarto de Primaria (9 años) puedan estar en su clase en grupos de hasta 20, sin mascarilla y sin distancia de seguridad porque serían «un grupo controlado». Muchos padres se han llevado las manos a la cabeza y, más que tranquilizar, esta medida ha preocupado mucho. Si la mascarilla es obligatoria a partir de los 6 años, no se entiende que hasta los 9 pudieran estar sin ella cuando no fuera posible mantener la distancia de seguridad. Además, quizás los más pequeños no sean capaces de estar alejados de sus compañeros, pero los mayores sí. A los padres no les sirve de consuelo que estén en un grupo controlado porque nadie quiere que su hijo coja el virus y, además, podrían extenderlo y provocar un rebrote.

No se puede tratar a los niños como si fueran conejillos de indias, olvidando las medidas sanitarias. Merecen las mismas garantías de seguridad que el resto de la población.

*Periodista.