TStí, la liberación de algunos de los rehenes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) es motivo de alegría. Sí, estamos contentos porque Ingrid Bethancourt esté, por fin, libre. Sí, cuando víctimas de secuestros u otras violaciones de derechos humanos logran gozar de libertad tras meses o años de cautiverio es motivo de gozo y nos encantaría que la guerrilla los liberara a todos. Y todo esto sería un deleite si, además, alguien se acordará de tantos otros colombianos que también sufren agravios y violación de derechos humanos, y amenazas, y desplazamientos forzosos; tantos colombianos que día tras día viven en estado miedo a causa de los paramilitares (que no, no están disueltos, Aguilas Negras se llaman ahora) y de los cuerpos armados.

Lo sucedido es motivo de alegría pero no es suficiente. Pedimos a las FARC que liberen a todos los secuestrados, pero, ¿por qué no somos capaces, o no lo son nuestros gobernantes, de pedir también alto y claro al Gobierno y a las Fuerzas Armadas colombianas que, parafraseando a Oscar Romero , cese la represión? Estamos contentos, aunque sabemos que si hubieran querido los hubieran podido liberar hace meses, o incluso hace años... y aunque sabemos que Uribe está pasando por una situación complicada (le crecen los enanos, vamos), que anda metido incluso en problemas con la justicia, y que las supuestas conexiones de política, corrupción, paramilitares y narcotráfico están más vivas que nunca... Y nos apena que esta bendita liberación de algunos rehenes le sirva a este presidente de un país que está aún por esperar la democracia y el Estado de derecho para desviar la atención y cubrirse las espaldas.

Son días de felicidad, sí, pero no están todos; todos los que son vilipendiados, los que son torturados, los que son amenazados y perseguidos (sindicalistas, trabajadores, obreros, defensores de los derechos humanos, miembros de la Iglesia, gente de los movimientos sociales, líderes comunales....), los presos políticos... y quienes ya no están, quieres murieron víctimas de ejecuciones extrajudiciales, de matanzas, de desapariciones...

No están todos. Bendita liberación de secuestrados, sí. Y bendito será el día en que en Colombia ya no reinen la represión y la impunidad.

*Periodista.