Esta semana, las notas; la siguiente, vacaciones. Sería noticia habitual de final de curso, pero los datos del reciente estudio de Unicef 2012, que revelaban que 2.200.000 mil niños (un 10% más que en 2008) viven en España en hogares que se sitúan por debajo del umbral de pobreza, auguraban titulares sobre vacaciones y comedores escolares. Y así fue, llegaron noticias a primeros de junio desde ciudades (Villanueva de la Serena: el alcalde Miguel Angel Gallardo solicita a la Consejería de Educación abrir los comedores durante el verano para garantizar la alimentación sana y equilibrada a los niños entre los 4 y 11 años de edad pertenecientes a familias necesitadas) y desde comunidades autónomas (Extremadura, Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha, Cataluña) distintos grupos parlamentarios registran iniciativas legislativas en sus respectivos parlamentos que instan a sus gobiernos a financiar un plan de apertura de comedores escolares durante las vacaciones de verano, Navidad, Semana Blanca y Semana Santa, y mientras dura la crisis, con el fin de garantizar una alimentación adecuada para los niños cuyas familias no puedan costear esa necesidad.

Cuando la Junta de Andalucía comunicó a mediados de abril la decisión de garantizar por decreto tres comidas a los niños en esa región para paliar la situación de pobreza en la que se encuentran algunas familias, el presidente José Antonio Monago valoró la iniciativa en los términos: "Genera muchos titulares, pero no resuelve los problemas". El jueves pasado en la Asamblea la diputada del PP María Josefa Valadés calificó la propuesta de impulso socialista por la que se insta a la Junta a la puesta en marcha del Plan de apertura de comedores escolares (y que fue aprobada con los votos de PSOE e IU) como "ocurrencia miserable, ruin, oportunista, demagoga, tren de moda y provocación al gobierno de Monago". Pero lo cierto es que los hechos constatan los estragos que está ocasionando la crisis.

Vacaciones con comedores escolares y el número de ricos en España 2012 crece hasta 144.000 personas son titulares de la misma portada y muestras de la desigualdad galopante, que acabará rompiendo cristales si continúan cerrando puertas.