A muchos señores mayores políticos se les ve el plumero del machismo en cuanto se descuidan, y es que no pueden dejar de ser lo que son por mucho que intenten aparentar lo contrario. No han asimilado todavía, a estas alturas, que las mujeres destaquen en política, menos aún que sean ministras.

Es un defecto de hombres de izquierdas y de derechas, indistintamente, porque han tenido la misma educación retrógrada y no se han curado en ese campo. Un día tratan a Trinidad Jiménez de señorita Trini y otro día hablan de los morritos de Leire Pajín. No se oye nunca que le llamen a un político señorito tal o que comenten de otro sus morritos. Alfonso Guerra y Javier León de la Riva, alcalde de Valladolid, están cortados por el mismo patrón en esta materia.

Ambos se han comportado como unos cínicos al tener que disculparse y ha quedado muy claro lo que en realidad piensan por mucho que lo nieguen de cara a la galería. Su ideología, distinta en varios asuntos, es la misma a la hora de opinar de las mujeres. En el fondo piensan, como nuestros abuelos, que la mujer en casa y con la pierna quebrada.

Dice el alcalde de Valladolid que su comentario no fue machista porque podía decir lo mismo de un hombre. Sin embargo, no lo dice, no se atrevería a decirlo.

¿Le gustaría que una mujer hiciese comentarios groseros sobre su calvicie o sobre su barba hirsuta? Muchas mujeres son atacadas por los hombres con las armas del lenguaje porque quienes las usan son unos acomplejados.

Antonio Nadal Pería **

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