WDw esde Obama hasta Zapatero, pasando por el Fondo Monetario Internacional, se habla de que estamos tocando fondo y que lo peor de la caída está acabando. Unos y otros se afanan en insuflar optimismo a una sociedad que ha perdido toda capacidad de asombro ante las malas noticias.

A la vista de esta ola de seudooptimismo, queda la duda de si estamos ante una mera campaña que pretende cerrar la crisis en falso o si hay razones ciertas para pensar que pronto empezará la remontada.

Esta crisis nació en el corazón del sistema financiero mundial y se extendió, cual virus de la gripe, a casi todo el mundo. Y en países donde no se habían importado activos tóxicos, como España, el entorno se ha complicado tanto, que se han destapado crisis internas, como nuestros desmanes inmobiliarios. La banca internacional ha hecho una purga razonable, que no completa, de sus balances. En España ocurre algo similar: las entidades financieras tratan por todos los medios de que la morosidad no siga creciendo, y para eso refinancian generosamente y compran inmuebles a quien no puede mantenerlos. Por este camino, habrá balances menos inflados, pero, en general, no estarán limpios, ni en Estados Unidos ni, sobre todo, aquí.

Con un sistema financiero todavía con deberes por hacer no está nada claro que la economía pueda repuntar de verdad, porque bancos y cajas seguirán sin conceder préstamos, pues un alto porcentaje del dinero captado, tanto del mercado como de las administraciones, seguirá yendo, simplemente, a tapar agujeros.

Si queremos salir pronto de esta situación, cabe intentar incentivar el optimismo colectivo para que, vía consumo, se anime algo la economía, o bien hacer una limpieza en profundidad, dura pero rápida, y arrancar un poco más tarde. ¿Podemos pensar que el sistema financiero español está sano cuando la asociación de las cajas (CECA) ha dejado de publicar mensualmente los balances de sus asociados? ¿Cuándo acabará el runrún de fusiones de entidades financieras?

Gracias al optimismo colectivo puede que consumamos algo más en productos básicos. Pero con optimismo sin fundamento no se resolverán los problemas ni de nuestro sistema financiero ni de nuestra economía. Nuestro modelo económico es tan débil, que así solo lograremos mantener una atonía económica durante años. Seamos valientes y ataquemos el origen de los problemas.