XLxa ciudadanía española vivió en sus propias carnes las amargas consecuencias de este integrismo islámico. Por eso parecía oportuna la creación de una comisión de investigación en el Congreso de los Diputados, que avanzase en el conocimiento y la prevención del mismo. Este, al entender de muchos ciudadanos, debería ser el objetivo básico de la comisión creada. Primero, porque es lo más importante de todo y en segundo lugar, las responsabilidades políticas que pudiera haber, y hubo, los ciudadanos se han encargado ya de saldarlas.

Resulta por eso preocupante, la deriva que la comisión empieza a tomar, con un inoperante juego de acusaciones, contraacusaciones, disculpas y contradisculpas, que añaden muy poco, por no decir nada, a lo ya sabido, y si a ello se une la negativa a desclasificar ciertos documentos, lógica y obligada por otra parte, corremos el riesgo de que la comisión, lejos de arrojar la luz pedida, oscurezca lo que está claro y algunos vacilen en lo que estaban seguros.

La inmensa mayoría de los ciudadanos, a los que en última instancia se deben los diputados, tenemos claro muy claro lo ocurrido en cuanto a comportamientos se refiere. Y sin embargo, es muy profunda nuestra inquietud respecto a las capacidades que tenemos para hacer frente a un terrorismo de la naturaleza con el que nos enfrentamos.

Por este camino de conductas sobre personas, vendrá el enjuiciamiento del comportamiento de los medios de comunicación, las interpretaciones de rigor de la Ley Electoral, y nuevas polémicas ajenas y colaterales sobre los puntos informativos de los medios de comunicación. El resultado, menos luz y más oscuridad.

Pasen señores diputados de la comisión rápidamente esta fase de la investigación, tómense el tiempo que necesiten y llamen a quienes tengan que llamar para cumplir el objetivo fundamental, que no puede ser otro que el de avanzar en la prevención del terrorismo integrista. Y ya lo tenemos difícil todos, y por supuesto sus señorías también, para hacer derivas no deseables. Peor aún, cuando lo que se pretende es disculpar lo indisculpable y oscurecer lo que está meridianamente claro, pero ya juzgado, y sustanciado, el esfuerzo se convierte en una actuación estéril. Se puede entender que en una primera fase el recordatorio era difícil de eludir, pero una cosa es un recordatorio y otra cuestión muy distinta es convertirlo en el centro de la cuestión.

Como en toda acción humana, las personas importan mucho, y desde luego el talante del señor portavoz del Grupo Popular, para una tarea de esta naturaleza no es precisamente el más adecuado, Pésima cuestión es perder los nervios, peor aún la de empecinarse en dar unas instrucciones que tan sólo conducen al pésimo espectáculo de un enfrentamiento zafio. Los ciudadanos en general, no nos planteamos la comisión en términos de vencedores y vencidos, ni siquiera sería bueno que tal situación se diese.

No dejan de dar cierta envidia esas comisiones de investigación que se dan por otros lares, en las que se supera no sólo el partidismo, que debe superarse siempre, sino incluso lo partidario, comisiones que duran largo tiempo, el necesario para arrojar la luz que se les pide y que nunca interfieren en la labor parlamentaria. Los populares deben olvidar cualquier imposible afán de revancha, y los socialistas harían bien en recordar el espíritu que Zapatero reclamo para la militancia socialista, en el discurso de clausura del XXVI congreso del PSOE, con su importante apuesta por el socialismo de los ciudadanos.

*Ingeniero