WFwinalmente, el Congreso creará una comisión de investigación sobre la masacre del 11-M. El PSOE era reacio a una medida que pudiese parecer un juicio político revanchista contra el anterior Gobierno. Sin embargo, se ha impuesto la iniciativa del PP, surgida como réplica a las críticas recibidas por la actuación del Gobierno de José María Aznar antes y después de los atentados de Madrid.

No se puede esperar que de esta investigación parlamentaria salgan datos nuevos y más fiables que de la instrucción judicial en curso, o más exhaustivos que los que se podrían haber facilitado en la comisión de secretos oficiales. Sí es probable, en cambio, que se caiga en el error de utilizar la comisión como arma arrojadiza para continuar el clima de confrontación política y diluir responsabilidades con alusiones a misteriosas manos negras.

Parece también innecesario buscar en el Congreso responsabilidades políticas. Los españoles ya las juzgaron con su voto. Pero el coro mediático del PP, y algunos de sus dirigentes, no ocultan su intención de cuestionar las condiciones en que se desarrollaron las elecciones. Una comisión que no se promueve para esclarecer los hechos es un error que podríamos evitarnos.