En los últimos meses se han producido un número importante de informaciones sobre los problemas de convivencia en los centros. Los problemas de convivencia que han aparecido en los medios de comunicación se han limitado a las agresiones y amenazas al profesorado por parte de alumno o familiares de los alumnos. A estos conflictos la comunidad educativa ha dado una respuesta adecuada con los instrumentos de los que se ha dotado (Plan Regional de Convivencia, Compromiso Social por la Convivencia, y el Decreto de derechos y deberes de los alumnos), que han puesto en entredicho las acciones de algunas organizaciones sociales y políticas que han querido utilizar estos conflictos con fines distintos a los educativos. En definitiva sobre este tipo de conflictos han funcionado las medidas previstas en los acuerdos.

Pero hay otros conflictos de convivencia en los centros, más silenciosos, más cotidianos, que los medios de comunicación no hacen mención a ellos y que una parte del profesorado los sufre: son los conflictos dentro del aula, las conductas disruptivas, es decir de brusca ruptura, de los alumnos, que impiden el desarrollo normal del proceso de enseñanza-aprendizaje.

Así, en el informe sobre el estado y situación del sistema educativo del curso 2006, se cita el Congreso de, "La disrupción en las aulas", celebrado en marzo, donde se reconoce como una conclusión que "la disrupción es un fenómeno muy extendido, por la mayoría de los centros, cuyo resultado es la interrupción del proceso educativo, tanto en su aspecto de enseñanza-aprendizaje como en el convivencial". Estas conductas inadecuadas de los alumnos alteran el clima de convivencia y provocan dificultades en la marcha de las aulas, y predisponen al fracaso escolar.

XESTAS CONDUCTASx presentan una gran variedad, desde la que podemos catalogar como menores a otras más graves. A las primeras, el profesor le puede dar respuesta y conseguir la modificación de conductas mediante estrategias que aplicará según el tipo de alumnos y contexto curricular.

Con respecto a las segundas, las conductas disruptivas más graves (como increpar al profesor, poner en cuestión su profesionalidad, actitudes agresivas, absentismo del grupo de alumnos-), es decir, aquellas que atentan a la dignidad del profesorado, que impiden totalmente la actividad docente, y que frecuentemente se convierten en acoso por parte de los alumnos hacia el profesorado, y en las que participan todos o una parte muy importante del grupo-clase, requieren una reflexión seria por parte de la comunidad educativa.

Cuando estas situaciones se dan en el aula, entre el profesor y los alumnos, la actitud y tratamiento de la administración educativa no es uniforme, así en los casos que hemos seguido en nuestro sindicato, le dan excesiva importancia a las opiniones de los alumnos, se intenta la conciliación, y otras medidas, pero generalmente estas conductas, independientemente del proceso de corrección, conllevan la baja laboral del profesorado y problemas psicológicos, y frecuentemente el cambio del profesor de centro o aula.

Asumiendo que es un tema complejo, que en cada caso puede tener una causa diferente y un tratamiento específico, lo que sí es cierto es que originan, en estos momentos, como consecuencias directas, poner en cuestión la autoridad del profesor y su liderazgo en el proceso de enseñanza-aprendizaje, y alterar gravemente la convivencia en el aula.

En el citado Congreso también se concluye que "la disrupción está muy relacionada con el fracaso escolar y, en consecuencia, su tratamiento debe abordarse desde los mismos ámbitos: el currículo, la organización escolar, las interacciones personales y el estilo docente". Desde FETE-UGT, el modelo educativo extremeño, el Plan de Convivencia Regional, el Compromiso Social por la Convivencia, y el Acuerdo para la mejora de la calidad de la educación en el siglo XXI en Extremadura contienen las bases y medidas para afrontar correcta y satisfactoriamente estas conductas en las aulas.

No obstante, esta realidad de los centros, este tipo de conductas disruptivas graves para la convivencia en las aulas, tiene que ser estudiada lo antes posible, con el objetivo de unificar criterios y protocolos de actuación e intervención en el aula, y consiguientemente desarrollar normas y medidas definidas en el Plan de Convivencia Regional, y lo que es más importante salvaguardar la autoridad del profesor y su labor docente.

*Secretario de Organización y

Comunicación de FETE-UGT Extremadura