TLtas compensaciones a la provincia de Cáceres han segregado, en los últimos días, saliva, bilis y hasta oratoria. Un concepto, la compensación, que sigue al desequilibrio. Habría, pues que analizar si éste existe y si el mismo está generando un estado de ánimo.

Si los ciudadanos perciben que se está produciendo una aplicación de criterios políticos inadecuados en la gestión de los recursos, y que esa gestión genera una creciente conciencia de falta de equidad interna entre las provincias, el desequilibrio sería real.

A pie de calle cacereña la queja existe, por mucho descrédito que acarree; pero nadie teme ser sancionado con el lugar común del provincianismo porque el descontento sigue a un análisis reflexivo del uso político de los recursos y por el convencimiento común de que éstos han de cohesionar el territorio regional.

Parece evidente que ciertas ciudades cacereñas no son lo que eran: han menguado de un tiempo a esta parte y eso no es caer en el ánimo desunido de los extremeños , ni en el cainismo, sino un ejercicio de libertad que respeta la acción pública hasta el límite de lo justo. Pero hasta ahí, pues esa acción se exige atenta, serena y neutral para que, evitando los desequilibrios, prevenga la bilis.

*Licenciado en Filología