El proceso de desregulación del transporte ferroviario en la UE, que ya condujo a la escisión de Adif, gestora de las infraestructuras ferroviarias, y Renfe, operadora del servicio, tiene dos fechas en el horizonte: el 2020, cuando se liberalizará el transporte de pasajeros de alta velocidad, y el 2023, cuando será obligatorio abrir también a la concurrencia el transporte de media distancia y cercanías. Este calendario, establecido en el 2016, tenía como objetivo adaptar mejor el transporte ferroviario a las necesidades de sus usuarios, revirtiendo su pérdida de peso en las últimas décadas frente al transporte aéreo y en carretera. El Consejo de Administración de Adif ha abierto el servicio en los corredores de alta velocidad españoles a dos nuevos competidores para Renfe, la francesa SNCF y el consorcio integrado por Air Nostrum y Trenitalia. Por de pronto, la oferta de trayectos planteada por Adif y los compromisos adquiridos por las empresas a las que se han adjudicado tres paquetes de servicios a partir de diciembre del 2020 supone un primer beneficio inmediato, un incremento del 65% en la circulación de trenes entre Barcelona, Madrid, Sevilla y Valencia que debería ayudar a rentabilizar la inmensa inversión realizada en infraestructuras en los últimos años en España. E implicará, como ya han reconocido las compañías aéreas, un replanteamiento en su oferta de vuelos en estos recorridos. Los objetivos de la apertura a la competencia ferroviaria se verán justificados si la concurrencia y el aumento de la oferta implican efectivamente el abaratamiento del servicio prometido.