TAtlguien , estricto, me hacía ver, a propósito de las primeras comuniones, la falta de respeto que en tales celebraciones sufre el niño. Empezando por la iglesia, que de prisa y corriendo y antes de que le dé tiempo de mirar para otro lado, se ha encargado de captar su virginal mente y gravar a fuego las verdades eternas para que sean, a su vez, transmitidas, sin haber esperado a que él mismo pudiera decidir por su cuenta.

Falta de respeto por parte de los padres, víctimas de las apariencias sociales y de las costumbres que se hunden en comidas pantagruélicas y envían al niño mensajes inadecuados a su tierna edad. Falta de respeto de los familiares, que a costa de regalos inician al niño en el mundo consumista y rebajan la percepción de conseguir las cosas con esfuerzo.

Se olvida que el niño, en sus inicios desarrolla estructuras de conocimiento que se renuevan incesantemente a partir de la experiencia y que ésta puede influir definitivamente en el equilibrio entre la asimilación y la acomodación a la realidad. Su biografía se garabatea a partir de esas celebraciones aparentemente tan bondadosas y lúdicas.

Obispos, sociólogos, educadores y pedagogos admiten la falta de respeto, pero nadie hace un verdadero propósito de la enmienda por reconducirla.

*Licenciado en Filología