La celebrada actriz de Almendralejo, valor local y aspirante a la gloria, según se desprende de sus declaraciones a EL PERIODICO, se queja de todo. Lo único que está muy bien es su carácter de actriz, sus obras, sus empresas, en fin, el desnudo integral de Concha Rodríguez no tiene desperdicio, sobre todo por su fondo pueblerino de aspirante al máximo estrellato. Se queja de algo que ha sido máxima aspiración del conjunto inarmónico de artistas: estar representados por sí mismos. Concha Rodríguez no historia el pasado y todo parece nacer por generación espontánea. Pues no, señora mía. En el año 1970, el erial artístico extremeño era tremendo. Mis obras, querida Concha, estaban todas atrapadas en la censura, y los que vivimos la etapa de Carrero Blanco sabemos lo que era una llamada por teléfono. Hasta llegar aquí hubo mucho dolor y fueron muchas las quemaduras que producían los rayos solares. Lo de ahora, no sé si será la selva, pero no querrá la eximia actriz que esto fuera el desierto del Sahara. Ella misma ha triunfado en todas las lides regionales y pronto, según leo, lo hará en Cataluña, que fue donde yo comencé en el año 1965 hasta el año 1969, que fui Premio del Festival Internacional de Sitges de 1969, y después, desde traducciones, a todas mis publicaciones. Quiero decir, que bendita selva la de ahora, y benditos los autores que, según Concha, dirigen más que algo, el cotarro, un cotarro donde ella está con todas sus obritas, con todo su arte, que con el tiempo mejorará, y con toda su ambición, que según leo es desmedida. O sea, que competencia desleal, más bien poca. Competencia, sí, pero donde ella siempre va por delante, porque es como un tres expreso.

*Escritor