Buscando uno de esos viajes en Bla Bla Car de Cáceres a Madrid que tanto frecuento y que me salvan de la pena de no tener un tren digno en Extremadura, me pareció reconocer una imagen en el tablero de conductores que ofrecían viaje compartido en la web de la red de transporte. Luis. Porque en Bla Bla Car nadie pone los apellidos, qué cosa más rara. Si hubiera aparecido su apellido, Salaya, nuevo alcalde de Cáceres para más señas gracias a la abstención de Ciudadanos, el rastro que deja internet en nuestras vidas sería para el anecdotario. Porque el reguero de pistas que vamos dejando en las redes es asombroso y da pánico aunque no hayamos cometido mayor fechoría que un comentario inadecuado o excesivamente crítico en un momento de calentón dialéctico en la refriega virtual. Tampoco hay que ser un degenerado para que la Red te deje ok si te equivocas.

¿Y a qué viene todo esto? Si alguien quisiera saber ahora el pasado o presente más inmediato de nuestro protagonista, por citar a un personaje público ya alcalde, lo tendría la mar de fácil para investigar en su vida y buscarle virtudes o defectos citados por terceros. Cuando Facebook nos recuerda lo que hicimos, dijimos o subimos a la nube hace años no está demostrando de manera fechaciente que de todo queda huella. Y eso, aunque lo queramos borrar, siempre dejará rastro. Por eso, y citándolo solo como anécdota, me parece que sería una buena idea poder dimitir de una vez por todas del control que otros hacen de nuestras vidas gracias a aplicaciones, webs a las autorizamos a saber de nosotros sin saberlo y, sobre todo, a que la letra tan pequeña deje de serlo y aparezca grande para que no nos engañen.

Hace unos días escuché que algunas aplicaciones que descargamos permiten escuchar en segundo plano nuestras conversaciones, activar micrófonos y algunas barbaridades más que prefieron no valorar. No tengo que decirles que el abuso se torna intolerable cuando seguro que usted y yo dormimos con el móvil en la mesilla de la habitación. Quizá haya llegado el momento de dimitiir del control de las redes, pero creo que hemos llegado demasiado tarde. El Gran Hermano nos controla sin saberlo. Le deseo toda la suerte a Luis Salaya,. Buen viaje en la alcaldía aunque no sea Bla Bla Car.