WDwiez días después de los atentados de Londres, la policía desentraña con eficiencia la autoría del mortífero primer ataque suicida en Europa de Al Qaeda. Y la cooperación internacional funciona más allá de la UE. Los gobiernos de Egipto y de Pakistán han detenido con celeridad a supuestos implicados en el 7-J. Lo han hecho después de que el jefe de Scotland Yard apuntara a la conexión paquistaní. En aquel país asiático contactaron dos de los suicidas británicos con el islamismo radical, y de él puede ser el cerebro del atentado, según todos los indicios.

Parte fundamental de red Al Qaeda tiene su cuna en Pakistán, cuyos servicios secretos engendraron en su día a los talibanes. Pakistán, aliado estratégico de EEUU, ha incubado el huevo de la serpiente integrista aunque hoy el general Musharraf, jefe del Estado, coopere contra el terrorismo y ha sobrevivido a dos atentados. Pero es evidente que hay regiones del poblado país musulmán son santuarios para terroristas que escapan al control gubernamental.

Y esa conexión paquistaní debe acabar, porque da vida a la organización Al Queda y a su franquicia. Sea nutriendo la resistencia de la inacabada guerra de Irak, donde ayer murieron decenas de shiís en un ataque a una mezquita, o en el resto del mundo.