WEw l anuncio de la constitución de una industria transformadora de tomate con participación de Sofiex, las cooperativas Acorex, Acopaex y Casat y la empresa catalana Codytsa, constituye una buena noticia para un sector, el tomatero, que en los últimos meses anda de capa caída en la región por la reducción de las ayudas comunitarias debido a que la producción excede el volumen de tomate con derecho a subvención. La industria anunciada --que significa una inversión de 20 millones de euros, estará ubicada en Miajadas y entrará en funcionamiento a finales del 2007--, garantiza la transformación de cien millones de kilos de tomate, alrededor de una décima parte de lo que se cultiva en los campos extremeños. Pero esta operación garantiza, o debería garantizar, más cosas y más importantes: es una inequívoca expresión de apoyo al futuro del tomate y es una indicación de que hay vida al margen de Bruselas. De que si los tomateros extremeños se limitan a esperar la ayuda de la Unión --que es legítima y hay que pelear por ella, pero no hasta el punto de morir en esa pelea--, el porvenir de la competencia, de la comercialización, de la mejora del producto les pasará por encima y los arrollará.

La futura industria de Miajadas supone, además, la incorporación de las cooperativas transformadoras al sector de la comercialización, es decir, a la participación en todos los eslabones del circuito entre el agricultor y el comerciante mayorista. Una oportunidad para ganar más dinero y más capacidad de conducir las riendas del negocio.