El ayuntamiento cacereño está revisando sus ordenanzas fiscales, lo que conlleva un incremento de tasas y precios públicos. El argumento es correcto: las tasas deben financiar el servicio para que no sea deficitario y no se retiren recursos de otros fines. Pero el momento no lo es, ni tampoco que se dejen pasar años sin tocar las tasas para luego subirlas de golpe con incrementos exagerados y que llegan en el peor momento.