Estamos asistiendo en estos últimos tiempos a una ceremonia peligrosa. Se ha desatado una hipersensibilidad mediática sobre la conflictividad escolar. Sin duda, hay razones objetivas para preocupar al profesorado, pero las instituciones y la administración están actuando a remolque de los acontecimientos.

Desde el curso pasado, las organizaciones sindicales del panorama educativo, instaban a los responsables de la Consejería de Educación a iniciar el curso escolar 2006-2007, con las medidas sobre convivencia y las mejoras laborales para el profesorado derivadas del acuerdo firmado el 31 de marzo. Como si de un plan, estratégicamente diseñado para irritar al profesorado y desactivar los acuerdos firmados, la Consejería de Educación, aplica la desidia y la inoportunidad, en vez del juicio y el cumplimiento de los compromisos.

Comprobemos con algunos ejemplos que esto sucedió tal como decimos. Cuando hablamos de la reducción de jornada a mayores de 55 años, la posición de la Administración fue tan cicatera en su oferta --una hora de reducción y sólo para los de 59 años-- que hizo inviable el acuerdo; el plan de convivencia y las medidas para el curso se retrasaron de tal modo que la firma del compromiso tuvo que coincidir con la huelga y las manifestaciones de los que protestaban por la sentencia y, para colmo, la falta de respeto que supone --en vez de campañas institucionales para fomentar la participación-- a los procesos electorales del profesorado, colocan las jornadas técnicas del Debate de Infantil y Primaria, el día de reflexión, justo el 29 de noviembre.

XNO HACEx falta ser más prolijos en la enumeración para exigir de la consejería un comportamiento más diligente en estos temas de tanta actualidad y tan azuzados mediáticamente. Y por si el panorama se mostrara poco animado, las incursiones de algunos representantes de padres, presidentes o asesores, en el panorama, como elefantes en un bazar de loza fina, están contribuyendo a crispar los ánimos, propiciando la pesca en ríos revueltos, a los que menos escrúpulos tienen o, simplemente, practican el oportunismo electoral. También aquí se podría recomendar prudencia y sentido común, máxime cuando se opina de otros sectores con poco conocimiento y menos argumentos.

En el epistolario de estos días hemos oído, junto a sinceras muestras de solidaridad, propuestas bien descabelladas. Algunas son impropias por su procedencia y, para ser justos, tendremos que enumerar unas muestras: piensan algunos docentes que los centros educativos no tienen como misión fundamentalísima la educación, sino más bien, la instrucción o a lo sumo la docencia; también hemos oído que la educación obligatoria hasta los 16 es una barbaridad más que un gran avance social y, en positivo, otros han propuesto que en las clases sobran los ausentes, los mal hablados, los despistados, los disruptivos (que interrumpen en clase) y los violentos; sólo deben estar los atentos, los corregibles, los interesados en saber, los ávidos de ciencia y conocimientos, los trabajadores y los esforzados. Cierto que esta exposición es muy caricaturesca, pero en absoluto ficticia.

El análisis de algunas propuestas presentadas para superar la situación es poco alentador. La reducción de la escolaridad obligatoria o la exclusión de alumnos de la misma, produciría inmediatamente una reducción del empleo, un retroceso social y alejamiento de Europa, cuyo coste nadie estaría dispuesto a asumir. Estaríamos ante una injusticia social que nos retrotraería a épocas históricas ya superadas.

Cuanto antes sentemos el principio de que los problemas de convivencia escolar se han de solucionar en los propios centros y, precisamente, por la actuación común de los trabajadores de los mismos, antes estaremos en condiciones de encontrar una vía de solución. Esto no significa renunciar a los presupuestos que venimos exigiendo. Entre ellos, que la Administración sea diligente en proporcionar las medidas y recursos necesarios, los padres responsables e implicados en todo lo concerniente a la educación de sus hijos y los docentes serios y prestigiosos profesionales comprometidos con la mejora educativa.

Al calorcillo de los votos del próximo día 30 se ha desatado una competición para ver quién encuentra la clave más parecida a la piedra filosofal, la panacea capaz de resolver todos los problemas de un plumazo. El método de probar quién fue más valeroso en la huelga o la manifestación, quién gritó más alto y quién arremetió con más dureza contra las organizaciones que no convocaron.

La evaluación del trabajo sindical ha de hacerse sobre cuatro años y con los objetivos marcados en un programa que no se cambia a golpe de oportunidad. Ahora interinos, luego convocamos huelgas y después lo que surja. En CCOO somos partidarios de la vía lenta pero más segura. Por ello el acuerdo en torno al compromiso por la convivencia es el fruto del trabajo continuado y el punto de encuentro, para lograr la mejora en la vida de los centros educativos.

*Responsable de Acción Sindical

Federación de Enseñanza de CCOO de Extremadura